Guantánamo.- Llega tempestuoso, sin esperarlo e incluso sin buscarlo, revoluciona tu vida, se apodera de tu corazón y traza las líneas de tu conducta adueñándose, de paso, de tus sueños; es el amor.
No es cosa de un solo día, ni de un momento pues está presente en cada segundo de tu existencia con una fuerza tal que derriba hasta la más potente barrera y despierta las piedras, es tan inmenso que alcanza para todos y todo lo que hacemos, el matiz del egoísmo se lo ponemos nosotros.
Esplendoroso, lindo, grande… faltaría espacio para nombrar todos los calificativos que le han atribuido al sentimiento que abre puertas y es tan necesario como el sol. En su nombre se han emprendido batallas, se han aplacado mareas y se han celebrado victorias, no sabe de límites, ni de razas ni de edades, pero sí de música y de colorido.
Cuentan que por defender su causa entre los jóvenes y desafiar la ley que lo prohibía, un sacerdote romano recibió la furia del emperador, por él se celebra cada 14 de febrero el Día de San Valentín o lo que es lo mismo, el día de los enamorados, del amor y la amistad.
También se dice que una vez los sentimientos se pusieron a jugar a las escondidas y él se ocultó en un rosal, la locura en su búsqueda removió las ramas y sin quererlo propició que las espinas dejaran ciego a su compañero. Se sintió culpable, y desde entonces lo acompaña.
Leyendas, cuentos e historias se multiplican en todo el mundo, no importa dónde, lo cierto es que el amor es universal y es una fuerza que remueve, domina e inspira. Abrámosle las puertas de nuestros corazones porque, a pesar de que como mismo nos quita la pena y es yerbabuena del jardín, también puede ser amargo y punzante su sabor, pero nada se compara a la divina sensación que deja cuando nos asiste en cada obra, en cada frase o acción dedicada a la pareja, a la familia, a la vida.
