La corte del chocolate tiene un rey en Baracoa

Guantánamo.- Una de las maravillas -no paisajística, ni histórica, sino humana- de Baracoa es Urbano Rodríguez Gaínza, el Rey del Chocolate, como él prefiere que lo distingan y en lo cual es complacido por sus conciudadanos.

Ostenta este baracoano la categoría de Tesoro Humano Vivo, instituida por la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).

Tal privilegio lo reserva esa entidad de la ONU para las personas con amplio conocimiento de la técnica de una rama del patrimonio cultural inmaterial y que sean capaces de trasmitirla a las nuevas generaciones.

EL Rey del Cacao -como también suele llamársele- cumple holgadamente ese requisito. Su dominio sobre la planta de la cual se obtiene el chocolate, denominado por los aborígenes americanos elixir de los dioses, ha trascendido los confines de Baracoa y de la ínsula caribeña.

Está impuesto -en primer término- de sus usos, representaciones, expresiones, conocimientos, técnicas, objetos, artefactos y hasta de los espacios culturales surgidos en el devenir de esa tradición: el baile del nengón y kiribá, por mencionar un ejemplo, y del primero de los cuales según el musicólogo Olavo Alén, surgió el son cubano.

Sus conocimientos resultan más útiles porque en los cacahuales de Baracoa predomina aún la estructura agroproductiva básica aplicada en sus plantaciones primigenias por más de un centenar de familias francesas asentadas en la zona en los años de 1781 al 1804.

Gracias a la pericia de esos hacendados y la laboriosidad de sus esclavos, la Primogénita alcanzó un auge inusitado en el cultivo y cosecha de la mazorca, el cual se prolonga hasta nuestros días y la ha convertido en la mayor productora nacional.

Y en ese empeño ha sido protagónica la contribución de Rodríguez Gaínza. Un breve diálogo basta para corroborar que el pomposo y original título de “monarca” no se otorga a cualquiera en La Primogénita de nuestras villas y ciudades.

Allí hasta el gato conoce sobre esa planta esterculiácea, de la cual existen 400 caballerías, y alrededor de dos mil campesinos dedicados a hacerlas producir, casi todos versados en la materia.

Pero ninguno de ellos se atreve a disputarle el título a Rodríguez, o siquiera insinuar que sabe más que él sobre ese renglón exportable del segundo municipio en importancia de la oriental provincia de Guantánamo.

Conoce un sinfín de recetas para la elaboración del “elixir de los dioses”, y confiesa que lo degusta desde pequeño. “Lo consumo -afirma- en el desayuno, entre comidas, antes de acostarme, incluso cuando ignoraba sus propiedades antibacterianas, antioxidantes y afrodisíacas”.

Antes de la Revolución convivió varios años con la esterculiácea en la República de Ecuador, y después de 1959 fue asesor del Ministerio de la Agricultura en lo concerniente a aquella planta, y la del cafeto, en cuyo manejo también es autoridad.

Está impuesto en detalles de una pesquisa científica, según la cual la esperanza de vida es mayor en los consumidores habituales de la popular golosina, y que esta proporciona mayor elasticidad a las arterias y una mejor circulación sanguínea.

Rebasadas las 80 primaveras, como para demostrar que no miente en torno a las bondades de la mazorca, se mantiene activo, en auxilio de la empresa que atiende el mencionado cultivo.

Representa ocasionalmente a Cuba en eventos internacionales, y es el artífice de La Ruta del Cacao, proyecto cubano en que participa de manera protagónica la Unesco.

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