Fumar: ¿Minutos de placer o una vida entera de felicidad?

Guantánamo.- Me encanta esa escena de la película Tres metros sobre el cielo en que  Baby baila sola en el medio de la disco mientras H se detiene a verla; ni hablar de aquel último encuentro entre el profesor Moriarte y Sherlock Holmes en la segunda entrega de la cinta homónima, o la despedida entre Isabel y Alberto en Los dioses rotos… Tan clásicas escenas que no puedo olvidarlas, tal vez por lo que evocan o por esos segundos que recogen y las hacen clásicas.

 

Tan distintas en tiempo o espacio y tan cerca las unas de las otras ¿pero que las hace memorables, no solo para mi sino para quien pueda disfrutar de ellas? , ¿La buena actuación, la trama o el mensaje que llevan en si implícito? Y es que ellas tres esconden un mensaje casi imposible de obviar, ellas encierran en sí el humo toxico de la nicotina pero tan sutilmente escabullido que puede llegar a invadirnos el aroma.

Tantas y tantas veces el séptimo arte recrea escenas en las que, los protagonistas o uno de sus personajes medulares consumen tabaco que llega a ser normal para nosotros su consumo: muchas promocionando una marca, otras promocionando un perfil psicológico.

El clásico intelectual debe siempre tener un vicio totalmente aceptable para nosotros, hasta justificable, por eso nos parece bien la pipa de Sherlock, o el típico muchacho de la calle, que hace suya la vida nocturna de la ciudad, envuelto también en juegos ilícitos no puede prescindir del cigarro como H. Qué decir de la desesperada profesora que atraviesa por momentos económicos y sentimentales al límite no puede evitar dejar a un lado el humo del cigarrillo para relajarse como sucede a Isabel en Los dioses rotos.

Tres simples ejemplos representados y estereotipados una y otra vez por la industria cinematográfica en grandes y medianas cintas que consumimos normalmente. Patrones que luego reproducimos como normales porque nuestros actores favoritos lo hacen y son alabados por muchos en el mundo.

Entonces una droga aceptada en cualquier país del mundo ¿no puede ser tan mala ? Si no, fuera prohibida, es lo que contestan los fumadores, con toda y legítima razón. La mayoría sabe de sus riesgos, de sus peligros y de la cifra de muertos a su paso, de los problemas económicos y de las consecuencias a terceros: saben del cáncer, de enfisemas pulmonares, de trastornos mentales…

Aún así millones de personas siguen fumando porque es muy fuerte la dependencia a la nicotina, porque la ansiedad que causa su falta es real y porque además el daño se produce lentamente, por eso no escapan de sus penetrante aroma médicos, deportistas, músicos intelectuales, embarazadas o jóvenes.

Y si encima es un patrón de miles de películas con escenas “clásicas” bueno pues adelante, se dicen, pero el tabaquismo no es cosa de un juego, ni de una hora como tiempo mínimo de una película, tampoco puede resolvernos ese problema por el que atravesamos, mucho menos puede quitarnos el estrés, aunque sí puede quitarnos mucho más: el dinero, la familia, la salud o la vida, todo eso a cambio de minutos de placer. Tómese en serio este 31 de mayo, como un pretexto, para consumir una buena cinta sin hábitos tóxicos, busque un tiempo para responderse ¿Vale cambiar una vida entera de felicidad por esos minutos de placer?

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