El Cañón fluvial del Yumurí

Guantánamo.- Entre los muchos ríos, más o menos conocidos, de la bella región de Baracoa se encuentra El Yumurí que  desagua en la vertiente septentrional del paradisíaco territorio y cual línea divisoria entre las cuchillas calizas terciarias y nororiental de La Primada de Cuba y las terrazas marinas de Maisí, el más oriental de los municipios de Cuba.

En su andar de siglos por las escabrosas montañas el río compuso uno de los uno de los cañones fluviales más hermosos del planeta, y nació entonces: El Cañón del Yumurí.

Unos 200 metros tiene de profundidad esa bella abra, formada por los movimientos tectónicos de hace miles de años y que elevaron los bloques rocosos a ambos lados del río para crear uno de los lugares con mayor valor paisajístico del Caribe Insular.

Afirmación de la que da fe en tan temprana fecha como 1904 el fotógrafo norteamericano Somerseth Matterson al captar la primera imagen que se tenga del Cañón del Yumurí, foto que recorrió el mundo y se exhibe en el  Museo Nacional de Bellas Artes, de La Habana.

Premiado por ser una gran reserva de endemismo y biodiversidad El Cañón del Yumurí, forma parte en la actualidad del sistema de áreas protegidas con que cuenta Guantánamo.

A unos 28 kilómetros de la ciudad de Baracoa se encuentra El Cañón al que se puede llegar por la carretera que une a la ciudad paisaje con Maisí.

Tras cruzar otro destacable accidente geográfico como es el Paso de los Alemanes, se llega a Yumurí, donde también existe cerca de la desembocadura del río en el Atlántico una pequeña comunidad de agricultores y pescadores.  

Allí todo es verdor que nace desde el río hasta las nubes y cautiva a visitantes y lugareños en sus 8.7 kilómetros cuadrados de bosques en los que viven más de 60 especies de aves, cuatro de las cinco subespecies de la polimita picta y nueve especies de anfibios, ocho de ellos endémicos, entre los que sobresale la ranita ranita Eleutherodactylus bartonsmithi, exclusiva de esta región.

A esta fauna se suma una rica flora compuesta por un centenar de variedades de helechos, así como una amplia diversidad de árboles como el ocuje, guáramo, najesí, cagüairán, ayúa, júcaro, jagüey, cupey y el cocotero.

Y lo más notable y atractivo del inolvidable paisaje: las aguas del río Yumurí bañando en una danza natural al cañon. El afluente es navegable unos 250 metros, resulta unos de los principales atractivos turístico del lugar.

Luego de la parte navegable en botes, el cañón se extiende por unos 4 kilómetros en los que el río zigzaguea alrededor de paredes de rocas de 200 metros de altura, hasta perderse entre las montañas. 

Muchos científicos y expertos nacionales y extranjeros también consideran a la región del Yumurí como un “bien cuidado y verdadero paraíso de la espeleología en la mayor de las Antillas”. Mientras este cronista en cada paso por el lugar o visita recuerda los versos del poeta Jorge Manrique cuando nombra el Cañón del Yumurí como “el morir de los ríos”.

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