Dos héroes y un destino

Maceo y CheGuantánamo.- Coraje y machete encendido distinguió a uno en los campos cubanos en la lucha por la independencia. Coraje y solidaridad caracterizó al otro en el Granma, la Sierra Maestra, el África. Antonio Maceo y Ernesto “Che” Guevara constituyen paradigmas para las generaciones de cubanos y latinoamericanos.

La vida propició que estos dos grandes hombres vieran la luz el mismo día, 14 de junio, pero de años diferentes, maceo en 1845 y Che en 1928. Sin embargo, el decursar de sus vidas estuvo ligado a las causas justas, la de los pueblos que luchan por su emancipación y libertad.

De ahí que la fecha es recordada con gratitud y admiración en cada rincón del archipiélago cubano cada 14 de junio, al conmemorarse los natalicios de dos héroes, dos gigantes de ejemplo, de altruismo, de fortaleza física y moral.

Maceo, nacido en la indómita Santiago de Cuba, hizo historia con sus cargas al machete contra las tropas colonialistas españolas en las gestas libertadoras de 1968 y 1985, de ahí su bien ganado sobrenombre del Titán de Bronce, forjado en los campos de batalla.

El Che, nacido en Argentina, pero cubano por convicción, se incorporó a la expedición del yate Granma en México sin vacilación, al conocer de la noble causa que al mando de Fidel se organizó en territorio azteca. De allí su legado quedó en la Sierra maestra y en las otras batallas hasta el triunfo del 1 de enero de 1959.

La historia quiso también que ambos gigantes de la historia cubana protagonizaran similares campañas de combates, dirigidas a extender la lucha por la victoria definitiva desde oriente hasta el occidente de la isla de Cuba.

Maceo recorrió varios países latinoamericanos, se estableció en Costa Rica y manifestó su deseo de contribuir a la liberación de Puerto Rico, una vez su patria liberada.

Del Che, por su cercanía en el tiempo, se conoce más de su vocación y su destino latinoamericanista e internacionalista, y la epopeya en el Congo y en Bolivia dan fe de su accionar.

Por eso, cada 14 de junio es una fecha memorable para evocar esas vidas, además de recordar su huella profunda y su influencia perdurable en el temple y en el carácter nacional.

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