26 de julio: Día de la Rebeldía Nacional

Cuba: Asalto al cuartel Moncada en Santiago de Cuba el 26 de Julio de 1953Guantánamo.- Cada 26 de julio los cubanos rememoran una de las más gloriosas páginas de la historia de Cuba: los asaltos a los cuarteles Moncada, en Santiago de Cuba y Carlos Manuel de Céspedes, en Bayamo, gesta que marcó una nueva etapa en un proceso que inició desde 1868 con el grito de independencia de quien fuera conocido como el Padre de la Patria, Carlos Manuel de Céspedes.

 Ante la cruenta dictadura de Fulgencio Batista, el joven abogado Fidel Casto Ruz, encabezó un movimiento conspirativo, cuya primera acción, el asalto a estas fortalezas militares del Oriente cubano, perseguían desencadenar la lucha armada, con la que definitivamente se lograra la verdadera independencia de la isla.

La otrora sede del regimiento número 1 de la Antonio Maceo, en la ciudad de Santiago de Cuba, capital de la provincia de Oriente, se constituía en la segunda fortaleza militar del país y por su lejanía de la Habana y el refugio que prometía la Sierra Maestra, luego de realizado el ataque, lo hacían un objetivo mucho más lógico.

La acción armada fue una indiscutible prueba de coraje, pero la preparación de la misma, denotaba la fortaleza y organización del movimiento conspiratorio nacionalista e independentista, que ya para inicios de 1953 contaba con cerca de 1200 integrantes a lo largo de todo el país.

La selección detallada de cada uno de los miembros del movimiento y la entrega de los mismos a la causa permitió la adquisición de las armas, los uniformes y los recursos necesarios para la lucha, sin recurrir a la ayuda de personas acaudaladas ni de políticos corruptos de turno, en pugna por el poder de la isla.

Jóvenes integrantes de la causa vendieron sus empleos, sus implementos de trabajo, empeñaron sus sueldos, sus ahorros, pertenencias personales que alimentaron la justa causa. La Granjita Siboney, hoy museo y testigo material de estas luchas, fue el lugar designado para situar las armas, los uniformes y los automóviles que se utilizarían en el ataque, y allí se concentrarían los combatientes en el momento oportuno.

“Ya estamos en combate” exhortó Fidel Castro en la lectura del Manifiesto del Moncada, redactado por el joven poeta Raúl Gómez García y con esas palabras se marcó en reinicio de una gesta que no culminó con el triunfo revolucionario de 1959 sino que se trastocó en batalla de un pueblo que, desde los ideales de justicia e igualdad del Apóstol José Martí, considerado como el autor intelectual del asalto, precisamente en el centenario de su natalicio.

En la acción, fueron tomados exitosamente el Palacio de Justicia y el Hospital Saturnino Lora, sin embargo en el Cuartel, falló el factor sorpresa y la acción militar culminó con la captura y posterior asesinato de la mayoría de los revolucionarios.

“No se mató durante un minuto, una hora o un día entero, sino que en una semana completa, los golpes, las torturas, los lanzamientos de azotea y los disparos no cesaron un instante como instrumento de exterminio manejados por artesanos perfectos del crimen. El cuartel Moncada se convirtió en un taller de tortura y muerte, y unos hombres indignos convirtieron el uniforme militar en delantales de carniceros”.

Así denunció Fidel Castro, los violentos crímenes de la dictadura contra el puñado de jóvenes que habían alzado sus armas en favor del pueblo, en persecución de la libertad, su alegato de autodefensa “La Historia me Absolverá”, en el que también declaró de las carencias y necesidades del pueblo cubano. El documento escrito en las cárceles batistianas y distribuido en la población por los integrantes del movimiento que posterior a los asaltos pasaría a llamarse 26-7.

La edificación de lo que antes fuera el Cuartel Moncada, preserva en sus paredes los agujeros de las balas disparadas por ambos bandos aquel día, pero la más importante huella del 26 de julio de 1953 es sin duda el legado de las conquistas revolucionarias alcanzadas luego de 55 años de Revolución en Cuba.

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