Guantánamo.- El tiempo corre, y Yadira Abad Ramos hace más de dos horas espera impaciente la guagua de la ruta 5, en la calle Pedro Agustín Pérez entre Pintó y La Avenida. Han pasado tres ómnibus (vacíos), uno tras otro y siguen de largo, la parada para sus conductores no existe, “al contrario, una vez cerca aceleran como para informar que ellos terminaron su jornada, la de hoy, dice disgustada quien pretende llegar a su destino.

La cola es corta, sin aglomeraciones como meses atrás -apunta Yadira y explica: “Las personas no se detienen mucho tiempo en las paradas, ¿para qué…?, total, no hay estabilidad en el transporte urbano. Confiábamos en que con las guaguas arrendadas cambiaría la situación, pero lo cierto es que está peor y cada vez más complejo el panorama, para quienes dependemos del transporte público».
Daniel Pelegrín, quien a su lado oye la conversación, considera que ha fallado mucho la organización y control al cumplimiento de los contratos: “Los ‘nuevos dueños’ de las guaguas sí trabajan alquilados en viajes interprovinciales o a lugares específicos, sin embargo, son muy pocos los que apoyan las rutas de la ciudad, así lo aprecio”.
“¿Y habrá contrato para la transportación urbana?”, -sin ocultar la ironía interviene otro ciudadano, que prefiere el anonimato-. “Las guaguas, con el cartelito de arrendadas, que más parece una burla que una información al público, deambulan vacías por toda la ciudad, sin recoger a nadie. ¿Quién las controla? ¿Para dónde van?”, se pregunta a sí mismo, mientras hace seña a una moto y sentencia: “Esta (la moto) es la mejor opción para los pasajeros, pero no todos pueden costeársela”, lamenta.
Al otro lado de la ciudad, en el reparto Caribe, las opiniones coinciden y las paradas están más llenas. En la multitud se distinguen estudiantes de Medicina, de preuniversitario y una enfermera que, al parecer, termina su turno de guardia en el Hospital General Doctor Agostinho Neto.
“Vivo en el reparto Santa María, y para mí es una odisea viajar. Sufro mucho esta situación, porque luego de tener 12 horas de trabajo en sala, debo enfrentarme al problema de trasladarme a casa y descansar. Aunque parezca una exageración he estado hasta cuatro horas esperando una guagua, pues lo cierto es que para esa zona son pocas las alternativas de transporte, y una no siempre puede pagar a particulares”, comenta con evidente disgusto la enfermera.
“En ocasiones hay muchos vehículos para otras rutas: camionetas, ómnibus arrendados, los coches…, que cubren los viajes para el centro de la ciudad, pero hacia el reparto Obrero y Santa María… Esperar una guagua en este itinerario exige mucha paciencia, demasiada paciencia, diría yo. Debe articularse alguna alternativa ante este problema, organizar mejor los horarios y las rutas, porque esa situación es insostenible para el trabajador quien, además, debe lidiar con otros múltiples problemas y gastos que todos conocemos”, enfatiza.
¿Disponibilidad o indisponibilidad real?
“De los 74 equipos existentes en el parque vehicular de la Unidad Empresarial de Base (UEB), de Ómnibus Urbanos, en el municipio de Guantánamo, solo el 45 por ciento está disponible para cubrir ocho de las 11 rutas dentro de la ciudad y las de comunidades periféricas como Paraguay, Cecilia, Maqueicito, Maquey, La Jabilla, Boquerón, Cayamo y Hatibonico”, detalla Rubén Pico Judines, director de la entidad.
“También hay vehículos pertenecientes a organismos de otros sectores y empresas que apoyan el traslado de la gente en la ciudad”, agrega.
“Además tenemos cuatro camionetas del sector privado que refuerzan itinerarios que conectan zonas con importantes servicios y de gran cantidad de flujo poblacional como el destino Parque-Vocacional. Mas todo eso aún es insuficiente”, reconoce el directivo.
“En estos momentos disponemos solo de un vehículo para cada una de estas rutas: 2, 3, 4, 6, 7, 8 y 9, y se organiza el trabajo para intentar estabilizarlo, principalmente en los horarios pico, pero es deficiente ante la demanda de movilidad en la ciudad”, considera.
“Amparados en la Resolución 207 de 2021 arrendamos 26 ómnibus que estaban paralizados, para su puesta en explotación por las nuevas formas de gestión no estatal. De ellos, 19 tienen licencia operativa para el transporte de pasajeros, lo cual debería solventar un poco la transportación ciudadana, en medio de la peor crisis del sector en las últimas dos décadas, pero en la realidad no es así.
“Implementamos la normativa porque había muchas entidades estatales con medios de transporte subutilizados, y que al arrendarse pueden prestar servicios de transportación de pasajeros y cargas a personas naturales y jurídicas. La alternativa pretendía aumentar el número de carros y frecuencias de los viajes.
“El precio de los ómnibus arrendados es de cinco pesos, y entre sus obligaciones contractuales está prestar servicios en las rutas, con tres viajes por la mañana e igual cantidad en la tarde, y una vez que cumplen con ello tienen la libertad para realizar otras faenas que incrementen sus ingresos”, apunta.

Pico Judines admite las deficiencias que persisten en la transportación urbana: choferes incumplidores de los horarios, circulación de ómnibus arrendados vacíos, y asegura que se han realizado los análisis pertinentes desde el sector y el Consejo de la Administración Municipal, pero ciertamente los problemas persisten por falta de sensibilidad, ya que algunos choferes prefieren transportar hacia sitios que generen más ingresos.
“La realización de inspecciones, ejercicios de control intermitentes, así como la revisión de los mecanismos de control del cumplimiento de los contratos han sido vías usadas para erradicar esas prácticas que tanto laceran el bienestar público”, afirma el director y agrega: “Incluso, se alerta sobre la posibilidad de rescindir contratos si persisten violaciones a lo regulado, pero ciertamente aún estamos insatisfechos con los resultados.
“Los problemas técnicos -sostiene- agravan la estabilidad de la transportación, y es importante la contribución de los conductores de autos ligeros de organismos como está indicado, no es un favor, es una obligación, y la población debe denunciar a quienes deambulan por la ciudad vacíos, señalar el número de la chapa y la hora, para identificar a los enajenados, y así contribuir al control desde la acción popular.
“La Asamblea Municipal de Guantánamo y Transporte tenemos vías online y perfiles en redes sociales para recibir y responder directamente cualquier queja; junto a nosotros el pueblo puede ayudar también a resolver ese asunto, aún pendiente”, refiere.
“Falta mayor denuncia popular ante los insensibles, es cierto, pero también el mecanismo de control para hacer cumplir normativas creadas para ello, como la Resolución 435 del Ministerio de Transporte, que establece la obligatoriedad por parte de los choferes estatales de detenerse ante la señal de los inspectores, en las paradas y los puntos de transportación masiva, y esta sigue sin tener el impacto que se requiere.
“Entre las medidas establecidas por la UEB de Transporte Urbano, en Guantánamo, para hacer cumplir las obligaciones contractuales de los arrendados, que incluyen tres viajes matutinos y tres vespertinos, paren en las paradas, y no circulen vacíos, está el chequeo a través de una hoja de ruta en los puntos de expedición establecidos, pero hasta la fecha solo un contrato está en proceso de litigio por incumplimiento del encargo estatal”.
Sin duda, el arrendamiento de los ómnibus paralizados para su arreglo y puesta en explotación por las nuevas formas de gestión es una medida que pudiera ser efectiva a favor de la transportación pública de pasajeros, pero tras ella debe aparecer la exigencia.
La descentralización posibilita retomar la vida útil de los equipos y una mejor política de inversión y mantenimiento, sin embargo, aún no se satisface la alta demanda del servicio, lo que requiere perfeccionar la modalidad de arrendamiento y fortalecer medidas organizativas para optimizar los limitados recursos del sector.
Tomado de Venceremos