Nuestra Constitución

Guantánamo.- La sociedad cubana toda está inmersa en un momento trascendental de su historia: el proceso de trasformación a la Constitución. En esta ocasión se trata de una reforma total, un asunto amplio y que involucra a todos los ciudadanos.

La Carta Magna es la ley fundamental en la que se asienta todo Estado y en ella se establecen los fundamentos de la nación, la estructura de los poderes, a todos los niveles, a la vez que garantiza derechos y deberes de los ciudadanos. Es el documento jurídico-político más importante de cualquier país.

Desde hace una década en el archipiélago cubano se desarrollan una serie de transformaciones en el ámbito económico, fundamentalmente, en busca de lograr los niveles de crecimiento necesarios para solventar las necesidades crecientes y acumuladas de la población.

Por ello, en el actual escenario surgen nuevas formas de propiedad, basadas en los más de 500 mil trabajadores por cuenta propia, y otras formas no estatales de producción que requieren normas jurídicas que las complementen y legalicen dentro de la sociedad.

De igual manera urge incorporar al texto constitucional contenidos de tratados y protocolos internacionales que, en materia de derechos de los ciudadanos, fueron suscritos por Cuba en los últimos años, bajo el precepto de igualdad entre las personas, sin discriminación de ningún tipo.

De ahí que a partir del 13 de agosto comenzará en toda Cuba los debates en cada barrio para exponer criterios libres, y sugerir cambios al documento normativo.

Esos encuentros han de reflejar la genuina expresión de participación y democracia popular, como ha sido práctica en la mayor de las Antillas a través de la historia de la Revolución.

En resumen se trata de cambiar la Ley suprema del país para tener un Estado y Gobierno más funcional y moderno, que vaya a la par de los cambios en la nación, contemplados en los documentos aprobados por el Partido Comunista de Cuba.

La nueva Carta Magna significará, además,  la modernización y evolución de los preceptos humanistas defendidos por la Revolución y refrendado históricamente por los cubanos.

Cada cubano tiene, en nuestra Constitución, un instrumento de defensa de sus derechos y una brújula para con sus deberes.

 

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