María José Vizcaíno, arte en la sangre y montañas como escenario

María José Vizcaíno, arte en la sangre y montañas como escenario

María José Vizcaíno, arte en la sangre y montañas como escenario

Por: Dianelis Díaz Bueno. Foto: Lorenzo Crespo Silveira (ACN)

María José Vizcaíno es uno de los rostros más jóvenes de la Cruzada Teatral Guantánamo Baracoa, un proyecto que por 35 años no solo lleva teatro a las comunidades más intrincadas del Alto Oriente Cubano, sino que también siembra raíces de esperanza donde el arte es más que un espectáculo, es un abrazo.

   A sus 16 años, revela una madurez artística que desafía el tiempo y los calendarios,  con la sabiduría de quien lleva la cultura en la sangre y las montañas como escenario.

   No tiene la típica historia de una adolescente común, puesto que desde 2015 forma parte de este proyecto cultural, como un legado que heredó de sus padres, Emilio Vizcaíno, director de la Cruzada y Gertrudis Campos, fundadora activa.

  Como soy hija única y mis padres forman parte de esta idea, cuando partieron a una edición no tuvieron más remedio que llevarme y al principio para mí era un juego viajar, ver la playa, los paisajes y disfrutar, comenta María José con una sonrisa a la Agencia Cubana de Noticias.

   Hoy, aquello se convirtió en una pasión que encarna su vida, lo cual demuestra que el arte no solo se hereda, también se vive y se siente en lo más profundo del alma, hasta crear un sentido de pertenencia que define su existencia. 

   Su primer espectáculo en el lomerío, «Cosas de gatos y perros», fue apenas un pequeño paso en su carrera teatral, más tarde, amplió su repertorio con obras del reconocido Luis Carbonel, que también le permitieron explorar nuevas dimensiones del teatro.

   Son momentos muy bonitos para el público y desde la primera edición en la que participé,  me di cuenta que tenía que volver y llevar más espectáculos para esos niños que nos esperan todos los años, comenta entusiasmada.

   Ahora presento uno nuevo en colaboración con mi padre quien hizo la dirección artística y juntos conformamos el texto, explica.

   Lo titulamos «Cuentos de la noche» y la temática está basada en pequeñas narraciones del libro «La Noche», de Excilia Saldaña, se centra en la importancia de lo negro y la oscuridad, en cómo mágicamente surgen la luna y las estrellas y más historias que hacen más abarcador al espectáculo y permite una mayor interacción con el público, detalla.

   La vida de María José no se limita al escenario montuno, puesto que estudia en el Instituto Preuniversitario Vocacional de Ciencias Exactas José Marcelino Maceo Grajales, en la ciudad de Guantánamo, donde lleva su arte a matutinos y actividades escolares.

   Aunque ausente durante los días de la Cruzada, sus profesores la apoyan para equilibrar ambas facetas, «faltar a esas clases es un sacrificio necesario”, refiere, consciente de que no solo representa al proyecto sino también a su centro educativo.

     Sobre su futuro en los estudios universitarios se muestra indecisa,  pero siente una fuerte inclinación hacia la actuación, «desde que nací tengo esta vocación”, confiesa con una pasión que demuestra en cada sendero, río o loma que sube en el primer trimestre de cada año.

   Esa conexión con la naturaleza es tan intensa como su amor por el teatro, ella no habla de amores convencionales, su romance es con las flores, los árboles, las montañas y el ambiente que la rodean, su lugar preferido de todos los pueblos visitados durante sus giras es Yumurí -donde el mar y el río se funden- el cual ocupa un lugar especial en su corazón.

  “Es libertad”, dice mientras describe con una sonrisa cómo se siente al observar el vasto paisaje sin edificios ni muros y en cada parada demuestra que el teatro no es solo escenario, es la certeza de que el arte crece mejor donde el paisaje es libre.

  Sin embargo la Cruzada no es solo arte, es mochilas pesadas, noches, buscar dónde armar la tienda de campaña, el lugar para el baño,  desarmar la vida en cada pueblo y volver a empezar, pero esos pequeños detalles los asumo con alegría, expresa con certeza.

   La rutina en campaña, forja lazos inquebrantables y para ella los integrantes del proyecto son una familia más.

   Todos somos hermanos, dormimos en el mismo lugar, bajo las mismas condiciones,  trabajamos juntos, intercambiamos ideas y proyectos, describe con complicidad esa hermandad, tejida entre risas bajo el manto de estrellas que alimenta su espíritu y le recuerda por qué el arte vale cada esfuerzo. 

   Sin dudas, continuarán más ediciones cruzadas con la participación de María José,  pues aún queda mucho por hacer, el arte más poderoso no es el que se aplaude en grandes teatros, sino el que llega donde nadie más lo hace.

   Así, como un puente firme, sigue siendo la Cruzada Teatral Guantánamo-Baracoa, con integrantes como María José, que a sus 16 años demuestra que el arte no tiene edad, si no alma.

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