Baracoa, Guantánamo.- Entre monte y monte de Baracoa hay belleza como para buscarle adjetivos. «Singular», podríamos decir, y entonces aflora, como si la nombraran, la Bella Durmiente.
No hace falta que despierte. Dormida ha estado y estará, a la vista de quien la vea, la busque, la descubra. Detrás de la bahía, en lo alto y de matiz verde-azul, solo aspira a eternizarse.
A su izquierda, El Yunque, ese distinguido elemento natural que es «mentira», ya leyenda, junto al río Miel y La Farola. A la derecha, más montañas, similar paisaje.
Las Cuchillas del Toa la hicieron y la conservan. Presta a dorarse bajo el sol cual bañista, la Bella Durmiente de Baracoa es hija de una naturaleza pródiga, en la que cualquier adjetivo sería hermoso.