Imágenes satelitales arrojan datos sobre daños de incendio en el Parque Nacional Alejandro de Humboldt

Imágenes satelitales arrojan datos sobre daños de incendio en el Humboldt

Imágenes satelitales arrojan datos sobre daños de incendio en el Parque Nacional Alejandro de Humboldt

Guantánamo.- Reciente análisis de imagen satelital arrojó que cerca de mil 896 hectáreas dañó en el Parque Alejandro de Humboldt el incendio forestal desencadenado allí -en parte de abril y mayo-, sin dudas un triste fenómeno pero hoy alentadoras voces expertas apuestan a la resiliencia de los bosques azotados, estimando que en 10 años no quedará aquí huella del siniestro.

Según reportes, el área dañada representa alrededor de un tres por ciento de la superficie terrestre del Humboldt, paraje protegido considerado Olimpo de la naturaleza cubana, abarcador de más de 70 mil hectáreas en el Macizo Nipe-Sagua-Baracoa, en zonas de las provincias de Guantánamo y Holguín, entre cuyos límites, en punto intrincado, se detectó el fuego el pasado 16 de abril. Rolando Villaverde, experto forestal, explicó en exclusiva a la Agencia Cubana de Noticias que cerca de las tres cuartas partes del polígono quemado pertenece a bosques de coníferas, y el resto a charrascales, sufriendo ambas formaciones los estragos más severos en su parte baja, abundante en ejemplares jóvenes, dañándose en menor cuantía el vuelo superior adulto.

En la espesura fue consumido buen número de otras valiosas especies arbustivas endémicas, de menor porte, ubicadas en los estratos medio y bajo del sotobosque de pinares, entre ellas el copal, manajú, cordobán, roble negro, ocuje colorado, y las orquídeas y helechos arborescentes de la zona, notables por su belleza, dijo el ingeniero, conocedor de cada palmo del Humboldt.

Una valoración preliminar en el lugar hablaba a fines de abril de posibles perjuicios en cerca de tres mil hectáreas, pero despejado el techo de humo dejado por el siniestro -que alteraba el estimado- la lectura satelital indica hoy que la superficie devorada no llega a las dos mil hectáreas, un dato aún no definitivo, pues dirán la última palabra los próximos trabajos y levantamientos de campo.

Tal como alertó la Estación Ecológica Piedra la Vela -del Parque Humboldt-, el incendio inició entre Cayo Probado y Alto de Cruzata, a unos 500 metros del límite físico entre el holguinero municipio de Moa y el montañoso Yateras, de Guantánamo, reafirmó Gerardo Begué-Quiala, subdirector de la Unidad de Servicios Ambientales, rectora de la emblemática área protegida. Atizado por la fuerza del viento, la sequía y grandes volúmenes de material combustible natural en la zona, en abril el fuego se extendió hacia el suroeste, a la cuenca del Río Yarey, en Yateras, para nuevamente retornar a parajes de Moa, y luego de aplacado (tras poco más de una semana de azote) reavivó en mayo uno de sus focos remanentes, en un par de días definitivamente sofocado.

Se corrobora que la mayor afectación tuvo lugar en paraje yaterano comprendido en el Departamento de Conservación Ojito de Agua, uno de los cuatro que conforman a dicho Parque Nacional, y valioso como refugio faunístico, donde en 1987 fue visto por última vez en la Isla el Pájaro Carpintero Real cubano.

Hoy, cuando apenas comienza la valoración en unidades físicas de la magnitud de los perjuicios (forestales, de los suelos y del recurso agua), igual se estudian los daños a la fauna, también embestida por el siniestro que se estima afectó considerable cifra y diversidad de insectos, reptiles, arácnidos, moluscos y de la avifauna en reproducción, apuntó el biólogo Begué-Quiala.

Este es el mayor fenómeno de su tipo ocurrido en la historia de este Sitio Natural de Patrimonio Mundial, y ahora se analizan las causas, presumiblemente de origen antropogénico, pues el actuar irresponsable del hombre es uno de los principales detonantes de los incendios forestales en el orbe, junto a los de tipo natural.

En breve los expertos del Humboldt activarán el programa rehabilitador, una parte de manejo directo y en las más inhóspitas zonas quedará en manos de la resiliencia de los ecosistemas boscosos comprometidos, radicados sobre suelos ferralíticos rojos con alto poder de regeneración natural, algo que según los versados permitirá en unos 10 años borrar el rastro del siniestro.

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