Gratuito, masivo e inclusivo

Educación en Cuba: Gratuita, masiva e inclusivaGuantánamo.-  Nuestro sistema educacional es referente para el mundo por su carácter gratuito, masivo e inclusivo, realidad que contrasta con la de muchos países ubicados por demás en el llamado primer mundo.

Este 3 de septiembre, vi cómo Edel y Angelito vestían sus nuevos uniformes rojo y blanco. Iban entusiasmados a comenzar su sexto año de vida en el círculo infantil Mariano Álvarez, el primero de su tipo inaugurado en Guantánamo después del triunfo de la Revolución cubana.

Quizás pocos nos detenemos a pensar  cuánto esfuerzo tiene que realizar el estado para poner en manos de cada estudiante, independientemente del tipo de enseñanza, los recursos imprescindibles en cada período lectivo.

Afirmamos que mucho aún podemos hacer para elevar cada vez más la calidad del proceso docente educativo, el nivel constructivo de las instalaciones, la alimentación en los planteles internos y seminternos, pero existe una realidad innegable.

La semana anterior trascendió la denuncia del Ministerio  de Relaciones Exteriores cubano del fortalecimiento del bloqueo impuesto por el gobierno de los Estados Unidos desde hace casi seis décadas.

A través de los medios de comunicación se daba a conocer la resolución 72/4 de la Asamblea General de las Naciones Unidas, titulada “Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba”.

El documento recoge los daños de la unilateral medida entre abril de 2017 y marzo de 2018, y expone no solo el mantenimiento de las leyes y regulaciones que sustentan el bloqueo, sino que el actual gobierno de la Casa Blanca las aplica con todo rigor.

Ese texto recuerda legislaciones y disposiciones como la Ley de Comercio con el Enemigo (1917), la Ley de Asistencia Exterior (1961), la Proclama Presidencial 3447 del 3 de febrero de1962 (que decretó el “embargo” total del comercio entre ambos países), la Ley Torricelli (1992) y la Ley Helms Burton (1996), estas dos últimas para potenciar su alcance extraterritorial.

Para nadie es secreto que el presidente Donald Trump, desde su llegada al poder en enero de 2017, ha fortalecido el cerco económico a partir de su propósito de rendir por hambre y enfermedades al pueblo cubano, incluyendo la firma por él, en septiembre del año pasado,  de un memorando para extender por otros 12 meses las sanciones al país.

En noviembre pasado, el Departamento de Estado de EEUU publicó una lista que incluye a 179 instituciones cubanas de diversos sectores de la economía con las cuales prohíbe las transacciones financieras directas.

Hay ejemplos concretos del recrudecimiento del bloqueo en los últimos meses entre ellos multas a bancos y compañías estadounidenses y extranjeras por vínculos con Cuba.

El informe ilustra las afectaciones del bloqueo próximos a una nueva votación, el 31 de octubre, en la Asamblea General de la ONU, de un proyecto de resolución sobre la necesidad de poner fin a las unilaterales sanciones.

Desde 1992, ininterrumpidamente, la comunidad internacional aprueba iniciativas similares en la Asamblea General, donde el bloqueo  estadounidense es calificado como crimen, injusticia, violación de los derechos humanos, obstáculo para el desarrollo y reliquia de la Guerra Fría.

En 2015, 2016 y 2017, el proyecto de resolución recibió el apoyo de 191 de los 193 Estados miembros del ente multilateral, un espacio en el que Washington siente año tras año su aislamiento.

A pesar de ello en Cuba cada día son atendidos gratuitamente cientos de infantes, incluyendo los que precisan educación especial,  en varios centros de ese tipo.

Bien es conocida la esencia humanista y solidaria del estado cubano que no deja a nadie desamparado y destina un presupuesto millonario a la formación de niños y jóvenes. Pudiéramos detenernos a pensar cuánto más podría hacer el país de no sufrir los rigores que nos impone esa genocida política.

Sin dudas, uno de los subsistemas más dañados como consecuencia de esa flagrante violación a los derechos humanos es el de la Educación Especial, que ha afrontado múltiples limitaciones.

Ejemplos sobran: Cuba ha tenido que importar máquinas Braille y otros recursos necesarios para el aprendizaje de niños ciegos y débiles visuales desde otros mercados, situación que también enfrenta en la adquisición del papel Braillón, imprescindible en ese tipo de enseñanza.

Asimismo, el programa nacional de construcción de escuelas, tanto normales como especiales,  ha sido afectado por la  criminal política de EE.UU., lo cual obstaculiza la plena inserción social  de niños, adolescentes y jóvenes que sufren algún tipo de discapacidad.

El recrudecimiento del bloqueo incide igualmente en el abastecimiento de materiales como lápices, libretas y papel para uso general del proceso docente, no obstante el sistema educacional en Cuba continúa siendo gratuito, masivo e inclusivo.

Como si fuera poco,  esa guerra económica obstruye el acceso a tecnologías y herramientas informáticas indispensables para la formación y la creación de programas educativos, especialmente en las universidades; limita el intercambio científico entre investigadores e instituciones pedagógicas de ambos países, así como el acceso a bibliografía.

Los daños provocados por el bloqueo en el sector de la educación en Cuba revelan los retos que enfrenta cada año el estado cubano,  cuando niños como Edel, Angelito y otros, jóvenes, adultos mayores y los cubanos que así lo deseen, parten hacia sus respectivas escuelas para obtener la savia de la sabiduría.

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