
Guantánamo. –Son las 8.20 am de la mañana y me apresuro a llegar al centro de la ciudad a fin de materializar una gestión impostergable pautada para las 9 am. Desde el Reparto Caribe, me traslado hasta la confluencia de las calles Ahogados y el 14 Norte pensando en la posibilidad de avistar la guagua o capturar un coche que me acerque a mi destino.
En la parada unas siete personas esperan – resignadas diría yo – a que la guagua perteneciente a la ruta 5 decida pasar. Y apunto esta idea pues a pesar del avance y las posibilidades que hoy ofrecen las tecnologías de la información y las comunicaciones, no existe un itinerario que el viajante pueda consultar para saber si alguna de las guaguas que le acercan a su destino se encuentra funcionando o tiene interrupciones en esa jornada.
Las posibilidades reales existen – el portal del ciudadano, un canal de Telegram de la Dirección de Ómnibus Urbanos e incluso sueño un poco más allá: una apk que ofrezca seguimiento en tiempo real de las rutas o que le oriente al usuario cuanto demorará en llegar su transporte-.
Lo que propongo permitiría planificar nuestras gestiones y viajes, contribuiría a la calidad de vida o más sencillo a saber si tenemos que decantarnos por un moto-taxi, como tuve que hacer yo ese día de marras.
Y si, tuve que cerrar los ojos y abrir la cartera para erogar lo que se le ocurriera al botero que decidió aceptar mi carrera.
Tras el restablecimiento del transporte público, luego del impacto de la Covid-19 y a consecuencia del reordenamiento monetario y la inflación que aún vive el país y la provincia, se estableció un precio máximo de 15 pesos para ese tipo de servicio en los límites urbanos. Actualmente el coste de una carrera oscila entre los 30 y los 50 pesos, duplicando o triplicando la tarifa establecida sin que los usuarios podamos hacer más que lamentarnos y pagar cuando nos urge.

Si bien es cierto que el transporte urbano no cubre la demanda de pasajeros, que no existen alternativas para mantener o adquirir medios propios sostenibles y asequibles como bicicletas – eléctricas o mecánicas – también lo es que los precios del servicio de transportación de pasajeros en el sector particular se incrementan a los ojos de todos sin que haya control o solución aparente. A ello apuntar que los precios del combustible se mantienen estables y que en los momentos en los que se escriben estas líneas, el mismo no escasea en los CUPET, como sí lo hizo en tiempos anteriores.
Resultante de experiencias similares he caído en la cuenta de que las “moto piernas” son en estas fechas – y para quienes puedan emplearlas – el medio de transporte más seguro; que si vamos a trasladarnos a una distancia prudencial para acudir a alguna gestión o evento, hemos de incluir las variables – desconocidas – del tiempo de transportación, pero sobre todo, que deberemos seguir alzando nuestra voz en pos de que este asunto: el de los precios y las carencias en la transportación de pasajeros sea escuchado y oportunamente solucionado con alternativas que satisfagan tanto a clientes como a los proveedores del servicio, para así desterrar carencias y oportunismos.

Ms. C. de la Comuniciación y Lic. en Periodismo en la Universidad de Oriente. Coordinadora de la Redacción Digital y el Grupo Multimedia del Telecentro Solvisión