
Con El Público vuelve el Festival Nacional de Teatro a Camagüey y entre honras que cobran sangre, competencias por dignidades masculinas, humillaciones femeninas en nombre del amor, santos y guerreros, expresiones del sincretismo religioso y cultural cubano, transcurre la trama inaugural de la décimo novena edición: Réquiem por Yarini.
A sala llena y diversa, el público del Teatro Avellaneda de la Ciudad en Festival vio pasar entre ellos a los actores y actrices de un elenco variado también en experiencias y prestigios, con actuaciones sobresalientes como las de Giselle Sobrino en la interpretación de La Jabá o como la dama y diosa devenida pieza clave en la historia a cargo del talento de Fernando Echeverría, junto a otros que hacían brillar la leyenda de Alejandro Yarini.
Después de transitar el corredor cultural del centro de la ciudad lleno de luz, la Plaza de la Solidaridad, popularmente conocida como Plaza del Gallo, con banda sonora en vivo para la noche, atravesar las puertas del teatro que desde las ventanas dejaba ver personajes de la obra y llegar a la platea, apenas comenzaba la función, un nuevo encuentro con la historia llevada a cine, teatro y otras formas artísticas de múltiples maneras.

Es probable que lo más enriquecedor para el público haya sido la constante entrada y salida de pedazos de la escena, como si se estuviera en el propio San Isidro, los sonidos por todos lados que nada envidian a las degustaciones multidimensionales y la presencia del propio hombre leyenda en sus pasillos, en la cúspide de la tragedia, listo para voltear la cabeza y contradecir la única condición solicitada a cambio de su vida.
Los poderes de la calle habanera y el palacio, la Santa Bárbara y más de la esencia yoruba mezclada con ella, subieron a escena como otros personajes al mestizaje de la Isla, al lado de la desnudez, la misma libertad de amar y matar sin esperar la noche y el desenfado que cuentan todavía las oralidades de La Habana.
Miradas sobre la identidad cubana serán recurrentes y han traído a Camagüey, por ejemplo, Frijoles Colorados con la excelente actriz Verónica Lynn, o adaptaciones de clásicos universales como La muerte de Tebas que tampoco escaparán a la impronta de la contemporaneidad.
Y es que hacía falta teatro, hacía falta para todas las edades. Por eso, sale de las salas, va hacia las escuelas y las calles, hasta fuera de la capital provincial irá Teatro Andante y se sienta a esperar por los niños ansiosos que van directo de las escuelas a las Salas y encontrarse con Amelia sueña mariposas del grupo La Proa, o por la familia entera en un Claowncierto de Teatro Tuyo.
La ciudad es otra desde este lunes, se respira teatro, la gente va al encuentro con obras y personajes y sale un tanto de la vida real llena de complejidades en una ciudad de Camagüey que, aun en las circunstancias actuales, apuesta a la cultura, como una prueba de que, más allá del Festival, hay que mantener con energía las instituciones culturales, que tengan frecuentemente propuestas a la altura de un público ansioso de regresar al buen arte, de salvar la cultura y de salvarse con ella.

© Periódico Granma
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