
Texto y fotos: Rodny Alcolea Olivares
Guantánamo.- Referencias históricas aseguran que la presencia de plantaciones de cocoteros en Cuba se remonta a principios del siglo XVI; para Guantánamo elevar sus producciones y explotar sus variados usos resulta hoy una razón impostergable.
En las más diversas regiones del planeta: las secas y húmedas, las frías, templadas, y semidesérticas, desde la lejana Oceanía hasta las costas de América, pasando por Asia, el mediterráneo europeo y África, se puede encontrar la presencia del cocotero; fruto testigo mudo de románticas historias de amor, y de leyendas de fortunas escondidas por piratas.
Llamado por muchos como el “árbol de la vida”, es la planta cultivable más extendida en el mundo.

Cuentan que Cristóbal Colón, en sus viajes de descubrimientos, quedó encantado con la presencia en las tierras del nuevo mundo del hermoso fruto del coco. En el diario del Gran Almirante, se hace alusión a esta planta, tras descubrir la Isla que llamó La Española.
En Cuba, una historia de más de cinco siglos
Aunque teorías aseguran que la llegada del coco a las costas de América se produce de forma natural, por frutos arrastrados por las olas del mar desde otras zonas del mundo y que germinaron en estas tierras, su cultivo comienza en la Isla alrededor de 1565 procedente de México distribuyéndose por todo el archipiélago, con mayor concentración de áreas sembradas en la zona más oriental del país.
Bien conocen los pobladores de Baracoa las bondades que ofrece el coco como materia prima para avivar el fuego, en la construcción de techos o artículos artesanales, del secado y desfibre de su copra (residuo de la masa) para la obtención de aceite, utilizado en la fabricación de jabones y cosméticos.

Utilizando técnicas y tecnología muy rudimentarias en el municipio se utiliza también el endocarpio o parte dura de la nuez, para la obtención de carbón vegetal que tras un proceso químico se convierte en carbón activado, y el polvo residual sirve como materia orgánica en la Agricultura no convencional.
Entre 1990 y el 2001 hubo una primera reducción de la producción de coco, decreciéndose de las 21 mil 298 toneladas a 11 mil 546, problemática en la que incidió un inadecuado manejo de los suelos, falta de insumos, mal estado de los caminos para el acopio del cultivo, un considerable aumento de plagas, enfermedades, así como la desatención, despoblación y envejecimiento de las plantaciones.
El devastador paso del huracán Matthew por el extremo más oriental de Cuba los días 4 y 5 de octubre de 2016 dejó un panorama desolador. En el sector agropecuario quedaban arrasadas 70 mil 574 hectáreas de diferentes plantaciones permanentes y temporales, como cacao, café y el propio coco, además de las áreas boscosas del macizo montañoso.

El programa integral de desarrollo del coco persigue recuperar las producciones de forma sostenible e incidir en las mejoras de las condiciones de trabajo y de vida de quienes lo cultivan y la población en general.
La ciencia tiene la palabra
Aunque estudios científicos para elevar los rendimientos de las plantaciones por áreas se remontan a décadas pasadas, es desde el 2003, en que varias entidades científicas de Guantánamo y el país, desarrollan una serie de investigaciones a partir de un programa nacional dirigido a incrementar la producción cocotera en la Isla.
La Doctora en Ciencias Karen Alvarado, hacen énfasis “en la necesidad de recuperar las hectáreas con plantaciones dañadas, con un adecuado manejo integral de los suelos y la aplicación de medidas agrotécnicas”.
Opinión con la que coincide el ingeniero Alexei Romero Casas, director de la Empresa Agroforestal y Coco Baracoa, quien explica que “recuperar las plantaciones y sus producciones, dañados por la carencia de fertilizantes y la falta de insumos a los campesinos, requiere además de adecuadas prácticas del tan necesario extensionismo agrícola”.
Áreas que, con un adecuado manejo ecofisiológico, permitirá producir de las 755 toneladas previstas para este año, 3 mil 290 en el 2023, y llegar a unas 26 mil 400 en el 2030.
Cinco siglos después de que la mano del hombre tomara por vez primera en la Isla el fruto del cocotero, es mucho lo que queda por hacer.
Es hora entonces que un cultivo como el coco, llamado rey por sus mil usos, se ubique en el lugar en el que está llamado a ocupar, por su importancia como fuente de ingreso, y reine, de una vez y por todas, en Baracoa y todo el extremo más oriental de Guantánamo, el emporio del cocotero cubano.