¡Ay amor que despiertas las piedras!

Día de San ValentínGuantánamo.- Hay quienes no están de acuerdo en que le agreguen al 14 de febrero a la amistad porque consideran que este es el Día del Amor, así puro, solamente para las parejas en honor al sacerdote Valentín, quien fue decapitado – en igual fecha del 270 después de Cristo- por celebrar en secreto matrimonios de jóvenes enamorados, en contra de la voluntad del emperador romano Claudio II.

El caso es que a lo largo de la historia y el devenir de la humanidad, se le fue sumando la amistad, y estoy de acuerdo, porque ambos sentimientos están indisolublemente unidos…

El caso es que Cupido, con esa el tierna imagen, irrumpe con una fuerza de tsunami, pero al mismo tiempo sublime, en tu vida incluso sin esperarlo, ni buscarlo y entonces te revoluciona la vida de pies a cabeza.

Y se hace presente en cada segundo de tu existencia con una fuerza tal que derriba hasta la más potente barrera y es capaz de despertar hasta las rocas. Es tan inmenso que alcanza a todos y cada obra que emprendemos.

Esplendoroso, ilimitado… faltaría espacio para nombrar todas las acepciones que se le atribuyen en los distintos diccionarios lingüísticos a solo cuatro letras que tienen el poder de abrir puertas, derribar el más inimaginable de los obstáculos y que es además tan necesario como el sol.

En su nombre se emprenden batallas, se han aplacado mareas, y celebraciones porque desconoce de límites, razas, religiones, edades, sexos, impedimentos…

Y por eso creo que un mega sentimiento como ese, no debe circunscribirse solo a la pareja, porque por los hijos, la familia, los amigos, vecinos, compañeros de trabajo e incluso la Patria, también somos capaces de hacer cosas inimaginables, y aquí incluyo hasta los animales… Testimonios miles documentan su capacidad para amar y defender a los suyos, y a los humanos, con muestras de reciprocidad y fidelidad infinitas para con nosotros.

Entonces honremos a San Valentín, quien perdió la vida por su fe en el amor, purificándolo a través de nuestro día a día, con acciones -más que con palabras- en todo lo que hacemos y por todos y cada uno de los que nos oxigena, con su mera presencia, las ganas de vivir. 

 

 

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