Guantánamo.- Ángel íñigo Pérez tiene varios lazos que lo unen a su padre: su parecido físico, el nombre y el arte de convertir las rocas en bellas esculturas. Por 35 años, desde que era adolescente ha seguido los pasos de su padre, permaneciendo allí, en aquel recóndito paraje yaterano, donde un día, aquel que llamaron loco, empezó a crear el único zoológico de piedras del mundo, una maravilla ante los ojos de cualquier visitante, y una experiencia que hoy, también comparte con su hijo.
Conozca más sobre esta historia de padres e hijos amantes del arte de esculpir piedras, en el siguiente material del periodista Oreste Ríos Romero.

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