El presidente constitucional de Venezuela, Nicolás Maduro Moros, ha reiterado la decisión de celebrar las elecciones parlamentarias este 6 de diciembre «llueve, truene o relampaguee», una metáfora que corona la voluntad democrática de la nación sudamericana y su Gobierno, y responde a los intentos de boicot tramados por la oposición bajo la égida del imperio.
Hace solo unos días, el comandante estratégico operacional de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB), Remigio Ceballos, dio instrucciones a los efectivos del Sistema de Defensa Territorial para fortalecer la seguridad y resguardo integral del material y equipo electoral previsto para las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre.
A su vez, Remigio Ceballos ratificó, a través de su cuenta oficial en Twitter, que «toda la fanb está presta para fortalecer la seguridad y el aumento de la inteligencia en las instalaciones del Consejo Nacional Electoral (CNE), para combatir los intentos de sabotaje que pretendan entorpecer el proceso electoral».
No es ocioso recordar los sabotajes realizados en marzo a los almacenes del cne en Filas de Mariches, Petare, que ocasionaron la combustión de «casi todas las máquinas de votación disponibles del Poder Electoral», según señaló Tibisay Lucena, a la postre presidenta del CNE.
Acto seguido a los daños, los enemigos de la democracia salieron a culpar al Gobierno Bolivariano y a augurar su fracaso, pero los hechos posteriores de recuperación y adquisición de la tecnología imprescindible para garantizar el sufragio, actualmente en auditoría con observadores extranjeros, han obligado a los paladines del neoliberalismo a buscar otros pretextos que generen matrices de opinión contrarias al acto de asistir a las votaciones.
Al propio tiempo, el ministro de Interior, Justicia y Paz de Venezuela, Néstor Reverol, ofreció pruebas que permitieron determinar que el incendio fue provocado de manera intencional y lo calificó como un acto terrorista.
Tomado de Granma
