Guantánamo. – Dicen que de amor nadie se muere, pero bien puedo atestiguar que el síncope del corazón roto bien se parece a un ataque cardíaco o incluso a un malestar estomacal crónico. El mal de amores bien puede calificarse como uno de los más peligrosos, subestimados y difundidos padecimientos de estos tiempos.
Y no creo que se trate de la muerte agónica de ese sentimiento – parece mentira que una palabra tan corta pueda encerrar la solución a cada uno de nuestros problemas – sino de la carencia de necesarios aderezos en las relaciones personales: respeto, confianza, lealtad, comunicación, constancia… Para sazonar, pudiéramos agregar otros elementos como el romance, las caricias, la cortesía e incluso la pasión, a gusto de los consumidores y en la medida de sus necesidades.
A pesar de ser cada vez más escaso o si queremos decirlo de otro modo, efímero, el amor verdadero, ese que pasa una o dos veces en la vida y que nos fulmina como un relámpago en el cielo de una noche oscura, si existe, solo tenemos que mirar. Si lo hacemos con suficiente atención podremos encontrar a personas como estos tres guantanameros que aseguran amar con la más profunda fibra de su ser y encontrar en esa experiencia la motivación para vivir.
Aquí va entonces esta historia de amor contada a tres voces, que puede ser la tuya, la de tus padres o la de ese extraño con el que cruzas la mirada al pasar. Un regalo audiovisual del Telecentro Solvisión por el 14 de Febrero.

Ms. C. de la Comuniciación y Lic. en Periodismo en la Universidad de Oriente. Coordinadora de la Redacción Digital y el Grupo Multimedia del Telecentro Solvisión