Guantánamo.- Longevidad y sabiduría andan de la mano, una mágica combinación que adquiere admirables matices cuando se llega a un siglo de vida.
Luis Enrique Pérez Suárez es una de esas personas que más allá de su propia satisfacción, es motivo de orgullo para familiares, amigos, vecinos e incluso para quienes por vez primera conversan con este guantanamero.
Estibador, bodeguero, panadero… figuran en la lista de los oficios que desempeñó a lo largo de su vida que también estuvo marcada por una pasión: el beisbol.
En su mente revive las emociones de aquel campeonato efectuado en 1935 cuando lo mismo jugaba de siol que en el centerfield o aquellas largas caminatas por las calles de su Guantánamo natal para luego realizar una hora de ejercicios.
Lleno de anécdotas y memorias, Luis sigue siendo ejemplo y consejero por excelencia en la vida de sus dos hijos, cinco nietos, cuatro biznietos y sobrinos quienes cuentan con orgullo el momento, varios años atrás, en que decidió dejar a un lado la bebida alcohólica y el cigarro y admiran su capacidad para aún levantarse a las 5 de la mañana y hacer unos minutos de calentamiento para mantenerse en forma.
La remembranza y la ausencia de seres queridos también marcan, ineludiblemente, la jornada por su cumpleaños. No obstante, Luis Enrique Pérez Suárez, amante del ñame con bacalao y de la pelota, se apega a la máxima de “100 y más pa’ lante”, mientras sueña conque su equipo, el de Guantánamo, gane alguna vez la serie nacional.