Desembarco del yate Granma; una epopeya con proa hacia la historia

Desembarco del yate Granma: rumbo hacia la historia Guantánamo.- En las primeras horas del 2 de diciembre de 1956, el yate Granma quedaba varado en los mangles de Las Coloradas, en la costa sur de la antigua provincia de Oriente, mientras sus 82 tripulantes encabezados por Fidel Castro Ruz, se aprestaban a ganar tierra firme entre el fango y una intrincada red de raíces de los árboles.

Había desembarcado desde el río Tuxpan, México siete días antes (el día 25 de noviembre).  Se pronosticaba una tormenta  la noche anterior  y las autoridades del puerto prohibieron la navegación. Mientras, el grupo de revolucionarios era vigilado y perseguido por el Buró Federal de Investigaciones (FBI) de los Estados Unidos, la policía mexicana y agentes del dictador Fulgencio Batista.

La ruta elegida era el sur de Cuba, bordeando a las islas de Gran Caimán y Jamaica hasta desembarcar en algún lugar cercano al pueblo de Niquero, era necesario hacer una vuelta grande para evitar ser descubiertos.

Los jóvenes a bordo desafiaban el mal tiempo que enfrentaba la pequeña embarcación de recreo de unos 60 pies de largo y capacidad para 10 personas. En realidad, no tenía todas las condiciones para hacer aquella travesía de mil 235 millas de Tuxpan a la costa suroriental de Cuba, tampoco para llevar 82 hombres, además del peso de los armamentos, proyectiles y abastecimientos necesarias para el pequeño ejército revolucionario. 

Su arribo a tierra cubana estaba previsto para el 30 de noviembre, para lo cual se coordinó el alzamiento de Santiago de Cuba, liderado por Frank País, jefe de Acción y Sabotaje del Movimiento 26 de julio, sin embargo, debido a la inclemencia climatológica, la caída al agua de Roberto Roque, rotura y otros imprevistos, la embarcación arribó en la madrugada del dos de diciembre. 

Tras el azaroso desembarco, los combatientes trataron de iniciar la marcha hacia la profundidad de la Sierra Maestra y el cinco de diciembre, mientras descansaban en Alegría de Pío, fueron emboscados por el ejército debido a una delación de un práctico que los había conducido por la zona.  Sobre los exhaustos expedicionarios cayó un diluvio de plomo que provocó la dispersión en pequeños grupos, casi todos en malas condiciones físicas, muchos de los cuales en los días sucesivos fueron capturados y asesinados a sangre fría. 

Pero en esos momentos que parecía el final, el Movimiento Revolucionario 26 de Julio en la región dirigido por Frank País García y Celia Sánchez Manduley y por los campesinos Crescencio Pérez y Guillermo García lograron rescatar, dar refugio seguro y apoyar a los sobrevivientes. Esos que, dirigidos por Fidel, y entre los que se encontraban Raúl Castro y Juan Almeida junto a Ernesto Che Guevara, Camilo Cienfuegos, Ramiro Valdés y otros valientes, conformaron el núcleo del Ejército Rebelde.

El 18 de diciembre se reunieron en Cinco Palmas, en la Sierra Maestra, ocasión en que con ocho hombres y siete armas el Comandante en Jefe pronunció las proféticas palabras: “¡Ahora sí ganamos la guerra!” Solo habían transcurrido 16 días del desembarco del Granma y comenzaba la cuenta regresiva de la dictadura que culminó con el triunfo de la Revolución el 1ro de enero de 1959.  

En saludo a la epopeya, el 2 de diciembre se escogió como el Día de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), ocasión para reconocer a sus integrantes quienes resaltan por su incondicionalidad con la Revolución y la Patria, y por ser fieles protagonistas del desarrollo de la conciencia patriótica, militar e internacionalista del pueblo cubano.

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