Alegrías, sueños, recuerdos…

Niños guantanameros en nuevo curso escolarGuantánamo.- Mi sobrino Christopher Anthony fue hoy a la escuela por primera vez. Quería estar presente en ese momento trascendental para la vida de todo niño cubano, pero no me fue posible y le confié a mi hermano las imágenes.

Amén de esas combinaciones anglosajonas que escogen los padres y que los encargados de inscribir a los recién nacidos en el Registro hacen gala de su spaninglish y los asientan a como mejor les suena…junto a nuestro “Fer” también estaban Christian, Rosmery, Naomi, Annalié, los gemelos Michel y Maikel, además de Carmen Rosa, Abel Enrique y José Manuel… (¡válgame!)

Con ellos sus madres, algún que otro papá y el ejército de abuelas que se olvidan de sus artrosis, dolores lumbares y otros padecimientos para acompañar a sus semillas que llegan por vez primera o avanzan hacia otros niveles en el círculo infantil (guardería), institución surgida en 1961, para apoyar a la mujer en el cuidado y formación de sus hijos, mientras ellas contribuyen con el desarrollo socioeconómico del país.

Me confieso inconforme por no haber podido estar en la inauguración del curso, que en Cuba presupone una fiesta. Ante las imágenes del sobrino feliz primero y lloroso luego ante la partida del padre, las mágicas fórmulas de “las seños” para a sumarlo al jolgorio, (¡y lo lograron!); localicé a la directora del círculo infantil Los Moncadistas, de esta ciudad de Guantánamo.

Rosa Eugenia Milán Pons, es su nombre. Lleva más de 31 años de labor, para ella cada inicio del período lectivo, presupone nuevas emociones, metas y expectativas:

“Contamos con una matrícula inicial de 204 niños en todos los años de vida y para su formación en este importante nivel de enseñanza, tenemos 36 Educadoras apoyadas por el resto de los trabajadores, que van desde la logopeda, la instructora de Artes Plásticas,  así como el resto del personal de apoyo, sin los cuales no sería posible cumplir con nuestro objetivo básico de comenzar la formación de hábitos y habilidades necesarios en nuestros pequeños, las nuevas generaciones, para su posterior tránsito en otros niveles del proceso de enseñanza…”    

Sus palabras trasmitían emoción, la misma que me embarga cada inicio de septiembre porque increíblemente no olvido aquel primer día en que llegué a mi escuela, sentimiento que me acompañó a todo lo largo de mi vida como escolar e incluso como profesional, ante la acometida de nuevas metas.

Y me regodeo en la suerte de haber nacido en Cuba, un país donde la educación es un derecho para todos sus ciudadanos, gratuito por demás,  una prerrogativa que padres, abuelos y tíos, como yo, defendemos por estos días en la consulta popular sobe el Proyecto Constitución porque al mismo tiempo estamos asegurando nuestro presente y el futuro de ellos, las nuevas generaciones.

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