Hablemos sobre la hipotensión

La hipotensión, semánticamente, hace referencia a los valores bajos de la tensión arterial. En términos médicos se traduce a una serie de efectos negativos para la salud que deben evitarse o tomarse las medidas cuando aparecen los síntomas.

 Se considera que los valores normales de la presión son de mínimo 90/60 milímetros de mercurio (mmHg) y máximo 120/80 mmHg, por tanto, aquellos que se encuentren por debajo de estos parámetros están incluidos en los rangos de la hipotensión.

Aunque no en todos los casos es una condición de alto riesgo, su presencia puede ser el aviso de alguna enfermedad oculta, por lo que debe prevenirse para erradicar cualquier complicación y no presentar las molestias que trae aparejada.

De manera general, la bibliografía sobre el tema alude a disímiles causas por las que se origina, entre ellas: el uso de medicamentos laxantes, anti-hipertensivos, para adelgazar y algunos antidepresivos; la deshidratación, la desnutrición, la mala posición del cuerpo, el nivel de estrés, pérdida excesiva de sangre y el exceso de calor.

Igualmente, existen padecimientos que tienen asociados bajos niveles de la presión arterial como la bradicardia (descenso de la frecuencia cardíaca normal), enfermedades endocrinas como las que afectan la tiroides y la falta de hierro en sangre que disminuye la producción de glóbulos rojos.

Cuando aparecen señales como sensación de debilidad o desmayo, sudoración fría, mareos y dolor de cabeza o demasiado sueño se recomienda acudir al médico para que tome la presión e indique el procedimiento a seguir en caso de que se repitan con frecuencia esos descensos.

También durante el embarazo, sobre todo en los comienzos, es frecuente la presencia de la hipotensión, pues el sistema circulatorio está en un proceso de expansión rápida. Aunque se estima que esto es una situación no riesgosa, siempre debe monitorearse por lo delicado de la gestación y los cuidados extremos que deben tenerse para que el bebé y la madre estén saludables en todo momento.

Los hábitos alimenticios son importantes para prevenir los episodios de tensión baja o contrarrestarla. Por ejemplo, para controlar la glucosa y evitar que disminuya (lo que puede desencadenar la hipotensión) es recomendable hacer comidas cinco o seis veces al día, de manera moderada, pues la ingestión en grandes cantidades también es perjudicial.

Elevar en algunos casos el consumo de sal también resulta recomendable, siempre con mesura, por supuesto, para no originar otras complicaciones.
 Beber abundante líquido, dos o tres litros diarios e incluso más cuando el calor arrecia, no solo es efectivo para regular la tensión arterial sino para mantener el equilibrio de todo el organismo.

Es importante no abusar del alcohol por sus innumerables efectos negativos, uno de ellos que contribuye a eliminar líquido. Las bebidas energéticas y la cafeína son una solución a corto plazo, pues aunque actúan sobre los receptores que participan en el control de la presión arterial es solo durante un corto período de tiempo y en el caso del café cuando es habitual para algunas personas, su ausencia puede producir una mayor caída de los valores de la tensión.

La práctica de ejercicios físicos y una dieta balanceada en la cual se incluyan porciones abundantes de frutas y vegetales, son los mejores consejos para controlar la hipotensión para mantenernos con buenas condiciones de salud, una necesidad constante para el ser humano.

 

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