Máquinas de terror

Guantánamo. Se convierten en máquinas de terror, más que en camajanes. Pueden estar hoy al lado de cualquier persona, a su imagen  y semejanza, pero no puedo determinar si son robots u otra cosa, más que animales irracionales, con respeto a los animales.

No puedo pensar que tengan inteligencia ni real ni artificial, porque no puede ser posible que un humano dañe la vida de otro y viva ¿sin remordimientos?

Entonces éramos becarios de la Escuela Secundaria Básica en el Campo, ESBEC, # 16 Inti Peredo en la Isla de la Juventud, donde casi iniciábamos la jornada vespertina, después del descanso del mediodía.

De repente se cortó la música indirecta amplificada: “…Esta es la nueva casa, esta es la nueva escuela… Casa y escuelas nuevas…” y fuimos llamados con urgencia al teatro de la institución.

Allí vimos a las y los “profes” llorando…Advertimos que algo malo pasaba… Transmitían desde la Habana por la televisión el discurso del Comandante en Jefe Fidel: “Cuando un pueblo enérgico y viril llora, la injusticia tiembla”. No lo olvido.

Luego con el paso de los años comprendí mejor que aquel crimen al que Fidel se refirió marcó para siempre a todo el pueblo.

Hoy distan 41 años de la explosión en pleno vuelo de una nave de  Cubana de Aviación poco después de despegar de Barbados, hecho en el que sucumbieron 73 civiles en lo que fue el más vil atentado terrorista del hemisferio occidental antes del 11 de septiembre de 2001.

Su autor intelectual, Luis Posada Carriles, sigue albergado por el país autoproclamado líder universal de la llamada guerra contra el terrorismo.

Y ese, que tiene nombre, pero que no quiero seguir pronunciando, sigue viviendo libremente en Miami, aun cuando sobran pruebas para comprobar que es un terrorista de talla mayor.

Los dos autores materiales, Fredy Lugo y Hernán Ricardo, declararon a Posada Carriles como el autor intelectual de la voladura.

La amplia semblanza violenta de Posada Carriles, probada con creces, incluye entre otras “hazañas” su participación en la invasión estadounidense a Cuba en 1961, complots para hacer volar un buque cubano o ruso en el puerto de Veracruz en 1965, asistencia a la contrarrevolución nicaragüense, la detonación de bombas en zonas turísticas del país en 1997, intentos para asesinar a Fidel y el estallido del vuelo 455.

Hasta la fecha, el gobierno de Estados Unidos excluye la solicitud de extradición de Posada Carriles presentada por el gobierno de Venezuela, donde fue condenado por los 73 cargos de asesinato en el acto cometido ese 6 de octubre y donde es prófugo de la ley.

El referido anciano reapareció en Estados Unidos, en 2005, fecha desde la cual el abogado José Pertierra continúa representando al gobierno de Venezuela en la solicitud de extradición.

¿El gobierno de la Casa Blanca tiene moral para entablar su guerra contra el terrorismo  cuando por un lado encarcela por tiempo indefinido, tortura, mata a acusados de ese flagelo, y por otro, protege, aúpa y deja libre a quines son sus lacayos?

Cuando Posada Carriles evadió la justicia en América Latina, fue a Estados Unidos solicitando asilo político. Aunque las autoridades norteamericanas contaban con extensa evidencia de sus actos, no lo acusaron por terrorista, sino sólo por mentir sobre su ingreso ilegal a Estados Unidos, así como sobre su confesa declaración por actos de terror en Cuba en los 90.

El 6 de octubre de 1976 los cubanos vestimos de luto, pero solo el valor de un líder, el ardor de un pueblo herido, impenetrable y seguro tras la noticia, consoló a los familiares de las víctimas.

Como si fuera poco aun “disidentes” tales como Jorge Luis García Pérez Antúnez, y otros “supuestos procastristas”, (terroristas), siguen  radicados y camuflados en Miami.

Cada uno de ellos, empaquetados y exportados llevan un rótulo: Máquina de terror, Made in USA.

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