Guantánamo.- El estropeo del día me hizo acostarme temprano el sábado 6 de octubre, pasadas las 8 de la noche, una sacudida inusual movió mi cama. En fracciones de segundos busqué la causa y al no encontrarla me tiré, literalmente, y exclamé: “¡Está temblando!”, ante la incrédula mirada de mis familiares.
Minutos después recibo una llamada: “¿lo sentiste?” Salgo al corredor, lo comento con mis vecinos, algunos se sorprendieron, otros le restaron importancia. Me siento en la PC a buscar la información y efectivamente, en las redes sociales muchos usuarios de buena parte del oriente de Cuba ya habían reflejado el hecho.
Y casi de inmediato la noticia oficial:
“…sobre las 20:11 minutos de hoy se produjo un terremoto de 5.9 grados en la escala de Richter en Haití, con epicentro cerca de la localidad de Port de Paix, en los 20.04 de latitud y 72.97 de longitud. El sismo fue sentido con fuerza en la Villa Primada de Cuba, Baracoa, y también en las localidades de Maisí, Caimanera, Moa, Nicaro, Mayarí, Guantánamo, y Santiago de Cuba…”
Se improvisa una pequeña reunión de gente del barrio, alguien comenta sobre la preparación de la mochila con medicamentos, ropa de cama, agua potable y otros utensilios indispensables; muchos miraron con escepticismo, otros hasta rieron: “¡no hay que exagerar que no es para tanto…!”
¿Qué no es para tanto? Y me alarmé ante la falta de percepción de riesgo. Los terremotos son eventos naturales que actúan sin previo aviso, y en eso radica precisamente su poder destructor, desafortunadamente no se puede hacer nada para detenerlos, aunque si podemos contribuir para aminorar los daños que puedan acarrear.
El ocurrido en Haití este 6 de octubre, dañó estructuras y mató al menos a 15 personas.
La región Sur-Oriental de Cuba es la zona de mayor peligro sísmico del país, dada su cercanía a la Falla Oriente Bartlett-Caimán, principal zona sismo-generadora de la Mayor de las Antillas, de ahí que se impone ganar en conocimientos sobre el enfoque multi-riesgo, y mejorar la capacidad de respuesta ante un evento de ese tipo, de actores que forman parte del sistema de la Defensa Civil Cubana, la Cruz Roja y los bomberos.
Entonces no es motivo de risa o burla la preparación para elaborar un plan de contingencia, con familiares y vecinos, el cual permita precisar las acciones a realizar por cada integrante de la familia o de la comunidad y con ello garantizar lo más importante: la vida. Preparase, ¡no cuesta nada!
