Militancia de una sola lucha

Guantánamo (Redacción Solvisión)  «Los apasionados son los primogénitos del mundo», expresó una vez nuestro Martí; y la frase, con toda su hermosura, está estampada en las paredes interiores y brillantes del Memorial que lleva el nombre del Apóstol, espacio donde se recordó el aniversario 90 del primer Partido Marxista-Leninista de Cuba.

 

El suceso, cardinal en la ruta de emancipación de la Isla, fue abordado desde sus recónditas raíces hasta el presente por Jorge Risquet, miembro del Comité Central del Partido Comunista de Cuba (PCC), quien tuvo a su cargo las palabras principales.

Risquet, activo luchador revolucionario desde muy temprana edad, inició su intervención recordando que durante el acto solemne por el aniversario 50 de la fundación del Primer Partido Comunista de Cuba, Fidel expresó que nuestra Revolución constituye parte de un mismo proceso, desde 1868 hasta hoy, camino a lo largo del cual acontecieron dos batallas fundamentales: la lucha por la independencia patria y la lucha por la revolución social.

Si 1868 y 1895 son años que marcan momentos importantes de aspiración a la independencia —expresó Risquet en alusión a las palabras de Fidel—, el 16 de agosto de 1925, momento del nacimiento del Primer Partido Comunista de Cuba, constituye la expresión elevada de un anhelo de revolución social.

En un encuentro que contó con la presencia de los miembros del Secretariado del Comité Central del Partido José Ramón Balaguer y Abelardo Álvarez Gil, otros dirigentes del PCC, de la Unión de Jóvenes Comunistas, de organizaciones e instituciones del país, Risquet recordó de qué manera la lucha revolucionaria en Cuba es una en tanto se da a través de la imbricación de sucesivas generaciones de hombres y mujeres de gran valía.

Detalle a detalle, se remontó a la vida de Carlos Baliño, a cómo cuando José Martí comenzó a frecuentar los clubes patrióticos en el sur de Estados Unidos sintió allí las huellas del compatriota, al que calificó «redondo de mente y corazón». Este batallador representa —apuntó— un simbolismo de continuidad inequívoca, al ser cofundador del Partido Revolucionario Cubano en 1892 y del Primer Partido Comunista Cubano en 1925. El 16 de agosto de 1925, apuntó Risquet, en una casa situada en el lugar donde hoy ocupa su espacio el teatro capitalino Hubert de Blanck, se iniciaron las sesiones del Congreso Nacional de Agrupaciones Comunistas.

En ellas estaba presente el joven Julio Antonio Mella, quien, junto a otros cubanos transidos por la pasión que les inspiraba Cuba, intuían lo espinoso del camino por el cual tendrían que abrirse paso: sobrevendrían tiempos de exilio, persecución y asesinato de comunistas, una oscuridad que solo podrían desafiar los más convencidos y valientes.

Ante los presentes en el Memorial José Martí, en la Plaza de la Revolución, una rica lista de nombres e historias de sacrificio fue descrita por Risquet como prueba de que llegar al presente de Revolución ha sido la resultante de sucesivas entregas en las que, por cierto, la condición de la unidad es premisa insoslayable.

El recordatorio de la tarde contó, además, con la puesta del material audiovisual Conquistando un sueño, referido a momentos importantes del Partido Comunista, y con el canto de Eduardo Sosa, quien regaló acompañado de su guitarra versos sencillos de Martí y La Bayamesa, verdadera joya de nuestra tradición trovadoresca.

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