Las insuficiencias que la Covid-19 no perdona

Guantánamo.- Desde finales de diciembre el número de casos positivos a la Covid 19 en Guantánamo ubican a la provincia en Zona Roja en lo que refiere a la epidemia. Numerosas medidas se han adoptado en función de las condiciones que han generado la compleja situación epidemiológica, sin embargo el alto número de contagiados, pacientes en ingreso domiciliario y en centros para sospechosos de la enfermedad denotan que aún no es suficiente.

Además de las correspondientes restricciones correspondientes a la fase epidémica, en la que se encuentran nueve de los diez municipios guantanameros – Yateras continúa siendo el único territorio del país sin reportar casos de transmisión desde el inicio de la pandemia -, se han tomado otras decisiones administrativas y sanitarias para minimizar el impacto de la enfermedad, pero las mismas no parecen surtir efecto. La responsabilidad ciudadana es el elemento que puede marcar la diferencia.

Lo digo con la certeza de que todos somos en parte responsables de la situación epidemiológica que hoy presenta el territorio más oriental de Cuba, cuando violamos los protocolos sanitarios, a lo interno de nuestras viviendas, en los centros laborales o incluso en las instituciones sanitarias. La inobservancia de lo establecido han propiciado cadenas de contagio en instituciones como el Combinado Cárnico, varias sucursales bancarias y diversas comunidades.

Una alta dispersión de todos enfermos en todos los municipios aumenta la gravedad del asunto, aunque es la capital provincial la de mayor tasa de incidencia, registrando cifras de contagio de hasta tres dígitos en varias jornadas.

A ello hemos de sumarle el – todavía muy perfectible – funcionamiento de los puestos de mando en las áreas de salud, los mecanismos de información y las pesquisas, a las que constantemente se refieren las autoridades de salud como un eslabón débil en la detección temprana de pacientes con sintomatología. Todos estos elementos tiene un factor común: los humanos que desempeñan éstas actividades no tienen la suficiente conciencia de su importancia, de ahí que no la realicen con calidad y por ende una familia en aislamiento no reciba los resultados esperados, se demore el alta de un paciente recuperado o no se detecte en la comunidad a los enfermos y se adopten con celeridad los comportamientos establecidos.

Si a todo esto sumamos el hecho de que el virus se mueve con las personas y que el cumplimiento de medidas tan sencillas como el uso de mascarillas, la desinfección de superficies y manos así como el distanciamiento físico han probado su efectividad en otros territorios apuntan a la dirección en la que debemos avanzar.

Más percepción del riesgo, más responsabilidad, individual y colectiva, más higiene, más información oportuna, más soluciones, más prevención, más distanciamiento físico, más higiene, más enfrentamiento a las actitudes irresponsables… Son éstas claves que necesariamente debemos sumar de manera inmediata a nuestro código de vida para poner un punto y final al rebrote, porque es una cuestión de salud y de vida.

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