Evocación a la audacia

Antonio MAceo y Máximo Gómez: la invasión de Oriente a OccidenteGuantánamo.-  Antonio Maceo y Máximo Gómez encabezan la heroica gesta mambisa que dura poco más de 90 días… la trascendencia de aquella campaña militar dentro de la Guerra Necesaria de 1895 llega a nuestros días, a 122 años del inicio de la Invasión de Oriente a Occidente.

En 1874, muerto Carlos Manuel de Céspedes, el Gobierno pide a Gómez que conduzca la invasión…Esa idea perdura en la mente del  general  dominicano cubano…

El 22 de octubre de 1895 Maceo sale de Mangos de Baraguá y Gómez está en las Villas, esperándolo. Los patriotas de entonces consideraban necesario darle  carácter nacional a la contienda, de ahí que se retome la idea, la cual se había frustrado varias veces.

Los objetivos esenciales de la gesta eran lograr extender la guerra, obligar al gobierno español a pasar a la defensa y destruir la riqueza occidental que se concentraba, fundamentalmente, en Cárdenas-Jagüey-Colón, con las grandes producciones cañeras.

 “Maceo y Gómez sintetizan la evolución de todo un pensamiento”, ha expresado el presidente de la Unión de Historiadores de Cuba, Roberto Pérez, quien asegura  que ellos “Son los líderes descollantes que protagonizan la proeza. Y al decir de Fidel, el maestro de los jefes militares de los siglos XIX y XX, es Máximo Gómez. El maestro y el más brillante jefe militar, símbolo de internacionalismo, pues en 1861 es que se radica en Cuba…”,

Varios historiadores coinciden con el hecho de que si Gómez combatió en las contiendas bélicas del 68 y el 95, y sobrevivió las guerras en Dominicana, es porque era un jefe militar inteligente e intuitivo. Estuvo en cientos de los más temerarios y violentos combates y solo sufrió dos heridas, lo cual puede adjudicarse  a  la casualidad, pero también a su instinto y a la manera de pensar las maniobras combativas.

Las principales hazañas y proezas del 68 y el 95 fueron dirigidas por él, catalogado como una leyenda, y desplegó el plan militar más audaz de la centuria, dado su conocimiento, cultura y lealtad que lo caracterizaban. La historia de Cuba no podría contarse sin su nombre.

Narran que Gómez fue un jefe militar que profesó amor por sus hombres y por los jefes que él formaba, el primero que honró la memoria de José Martí y que Igualmente protagonizó, junto a Fermín Martín Domínguez, la primera recordación que se hizo en el lugar donde cayó Ignacio Agramonte y también fue con una cruz de madera preciosa a señalar el lugar donde cayó Antonio Maceo.

El Lugarteniente General Antonio Maceo fue el mejor alumno de Gómez. Uno de los principales jefes militares que reiteró su gloria en más de 600 acciones combativas, y  aunque sufriera 27 heridas nunca su voluntad se doblegó.

A Maceo lo caracterizaban arrojo, valor y  fuerza incomparable, que lo convirtieron de sargento a mayor general, y después a Lugarteniente General, pero también su  capacidad y agudeza de análisis. Como dijera Martí tenía tanta fuerza en la mente como en el brazo.

El Generalísimo legó a los cubanos su gigantesca capacidad estratégica. Refieren los historiadores que entre sus artimañas  está la de Iguará, donde se desprende de la infantería, y amaga a los españoles con esta idea. Así lo esperan por el llano, pensando que era solo la caballería, sin embargo, se mete en la Sierra de Guamuahaya y desorienta al enemigo. En el caso de la batalla de Mal Tiempo, como tenían solo dos cartuchos por combatiente, ejecuta un plan a machete colosal.

Agregan que Gómez entra en Matanzas y le desfila por el frente a Martínez Campo, que está en Colón. Le pasa por el este y por el norte. Pero Martínez Campo, que era en su época uno de los más connotados jefes militares españoles, quiso hacerle una estratagema a Gómez, y sitúa en Guanábana y Alacrán seis columnas, para trabar combate en Coliseo y apartar al contingente de invasores.

Refieren que en aquel entonces parece que se va a dar el Ayacucho cubano, pero Gómez saca a las tropas del combate. Hay quienes conjeturan que los telegrafistas del ferrocarril le habían informado a Maceo que la trampa estaba armada. Pero él recoge y se va. Martínez Campo espera en vano. Al día siguiente, Gómez hizo el lazo de la invasión, que es de giro y es de trampa.

Como era de esperar, Martínez Campo se entusiasma porque ve que se están retirando y desarma su rutina militar, pero  el 28 de diciembre,  Día de los Inocentes, Gómez entra en La Habana sin nadie que se le opusiera. La campaña logra todos sus objetivos y desaparecen del firmamento  las estrellas militares de Martínez Campo.

Estrategas militares e historiadores cubanos coinciden en que la importancia política de la invasión no es solo que se demostrara su incapacidad, porque Martínez Campo fue un gran jefe militar, sino que se muestra la incompetencia del colonialismo español. Lo retiran entonces porque su concepción no fue exitosa, y la sugerencia de Valeriano Weyler implica un cambio de política en Cuba.

Como la base de la guerra era el apoyo popular se propuso , la Reconcentración sobre todo para aniquilar las bases de ese Ejército Libertador, que era el pueblo. Pero tan arraigada estaba la idea de la independencia, que ni la ausencia de grandes hombres detuvo ese propósito.

La estrategia invasora debilitó las bases del entreguismo español, ocasionó  una crisis en la producción azucarera y tabacalera y  en el plano insurrecto, se pasó a la fase nacional, se redujo el regionalismo y el caudillismo, porque la invasión fue, además, un factor que contribuyó a la unidad.

Esta guerra, lo había dicho Gómez, era cuestión de tiempo. España la tenía perdida. Si bien aún existían algunas contradicciones, el arte militar cubano superó al español. La hazaña inspiró a Fidel, y una de las dos columnas en 1958 llevaba el nombre, con toda intención, de Antonio Maceo, en recordación a esa gesta.

La trascendencia en nuestras luchas libertadoras de la Invasión de Oriente a Occidente protagonizada por tropas del Ejército Libertador, es una perenne evocación a la audacia.

 

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