En Cuba el bloqueo más brutal y prolongado de la historia

Guantánamo.- Las relaciones históricas entre Estados Unidos y Cuba durante más de 200 años, tienen profundas raíces en relación con la identidad nacional y el imaginario cubano, además de la pretensión de los disímiles gobiernos norteamericanos de controlar el destino de la Isla. Esta demanda alcanzó su máxima expresión en enero 1959 y se ha agigantado por más de cincuenta años con la agravación del bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por el gobierno los Estados Unidos que, de manera irracional, mantiene contra Cuba.

El bloqueo a Cuba, es el más prolongado y cruel que haya conocido la historia de la humanidad, es uno de los temas más discutidos en torno al restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre ambos países después del 17 de diciembre de 2014. Sin embargo, a pesar a los intentos del presidente de los Estados Unidos Barack Obama, cuando anunció ese día la decisión de reanudar dichas relaciones y reconocer que “su política hacia Cuba, incluido el bloqueo, es obsoleta y debe eliminarse”, este acto genocida, sigue intacto.

El daño económico del bloqueo hacia Cuba, a razón de la disminución del dólar frente al valor del oro en el mercado internacional, se remonta a 833 mil 755 millones de dólares, a pesar de la reducción del precio del oro en comparación con el período anterior. A precios corrientes, durante todos estos años, el bloqueo ha provocado daños por más de 121 mil 192 millones dólares.

Por ello, cuando el 27 de octubre por vigesimocuarta ocasión, en la Asamblea General de Naciones Unidas (ONU) se lea el Informe: “Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba”, se mostrará una vez más a la comunidad internacional, la debilidad de un gobierno, que sustenta leyes tan absurdas como las que dicha potencia imperial dispone en contra de la voluntad de los pueblos.

Son cuatro los aspectos en los que el presidente Barack Obama no puede proceder para eliminar el bloqueo a Cuba, porque requieren la acción del Congreso órgano facultado para su eliminación o modificación. La prohibición a subsidiarias de Estados Unidos en terceros países a comerciar con Cuba, acápite expuesto en la Ley Torricelli y la imposibilidad de realizar transacciones con propiedades norteamericanas que fueron nacionalizadas por Cuba, negado por la Ley Helms-Burton, son algunos de ellos.

A ellos se suma que el mandatario estadounidense no puede acceder en cuanto a la imposibilidad de que ciudadanos estadounidenses viajen a Cuba con fines turísticos y la otra es la ley que obliga a nuestro país a pagar en efectivo y por adelantado por las compras de productos agrícolas en Estados Unidos. Fuera de estas limitaciones, Barack Obama tiene amplias posibilidades para modificar las restricciones vigentes y deshabitar al bloqueo de su contenido fundamental mediante el ejercicio de sus prerrogativas.

Quedan unos días para la votación en la ONU y hay muchas expectativas. Por un lado, estaría errado que el gobierno de Washington votara en contra de la Resolución como siempre ha sucedido, máxime cuando el propio presidente Barack Obama afirmó en su discurso en la ONU que “el bloqueo a Cuba ya no tiene cabida” y por otro, está el consenso de los miembros del Congreso, órgano autorizado para decretar el fin de lo que resulta el acto de guerra más duradero de la historia impuesta por la administración estadounidense.

En torno al tema, varios analistas han valorado dos posibilidades: la primera es que el mandatario norteamericano se abstenga —como se teoriza— o simplemente se ausente en el momento del sufragio. Si esto ocurre, entonces Barack Obama pasaría a la historia como el primer presidente de los Estados Unidos que reanudó las relaciones diplomáticas con Cuba, y quien daría además, sepultura a lo que ha sido por más de 50 años una violación masiva de los derechos del pueblo cubano y a las normas del Derecho Internacional.

Cuba ha resistido por más de 50 años este largo asedio y no ha mellado ningún día en la construcción de una sociedad cada día más justa. Y esta es una razón poderosa para que el mandatario norteamericano use todas sus facultades para poner fin a esta fracasada política, mayor obstáculopara que ambas naciones logren en un futuro la normalización de las relaciones bilaterales. Cuando esto suceda, que debe ser muy pronto, será otra contundente victoria de Cuba y de la comunidad internacional, ante la prepotencia norteamericana.

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