El papel rector del Partido único

Guantánamo. Trato de imaginarme cómo era el verano de 1925 en Cuba. En agosto de ese año, varios hechos demostraban que debían producirse necesariamente cambios políticos y sociales trascendentes.

Entre estos cito: el 2 de ese propio mes, en la ciudad de Camagüey, 160 delegados constituyen la Confederación Nacional Obrera de Cuba, CNOC, cuyo líder es Alfredo López. El día 4 llega a las costas de la ciudad de Cárdenas el primer mercante soviético, el Vatglav Vorosvky; el 5 Julio Antonio Mella nada hacia el navío que trajo de vuelta la primera enseña del proletariado a Cuba.

El 16 de agosto, en La Habana, Carlos Baliño y el propio Mella fundan el primer Partido Marxista Leninista de Cuba, del que resulta primer secretario general José Miguel Pérez.

Otros antecedentes históricos refieren que cuando el 20 de mayo de 1925, asume la presidencia el general Gerardo Machado y Morales, lo hace en medio de una sociedad convulsionada. Debía atender a las dificultades que presentaba la economía cuya crisis estructural se había iniciado, lo cual era vital para los grupos oligárquicos que representaba.

Estas circunstancias condicionaron su gestión gubernamental que presentaba un programa de soluciones para preservar el sistema de los grupos de poder.

Pero, ¿qué caracterizó al gobierno de Machado en el aspecto político? Primero: intentó unir a todos los partidos burgueses mediante de lo que llamó cooperativismo, de manera que no hubiera oposición. Luego viaja a Estados Unidos, promete plenas garantías para el capital estadounidense en Cuba y anuncia la represión frente a los desórdenes. Ve la solución a la crisis para dar estabilidad política al país,  en reformas combinadas con la represión.

Tan trágica situación es bien entendida por los trece hombres que representaban a menos de cien comunistas, organizados en cuatro agrupaciones marxistas de toda la Isla, quienes se reunieron durante el domingo 16 y el lunes 17 de agosto de 1925 para constituir el primer Partido Comunista de Cuba, PCC.

La reunión clandestina se efectuó en la casa número 81 de la calle Calzada, en la ciudad de La Habana. Allí estaba Carlos Baliño, que ya antes, con José Martí, había fundado el Partido Revolucionario Cubano, y sabía que la trayectoria era difícil.

Él conoció de cerca la preocupación del Apóstol  por evitar las intenciones del imperialismo, y ahora estaba rodeado de hombres puros y firmes como él, de antigua trayectoria rebelde, revolucionaria y de edad mediana, como Alejandro Barreiro, José Peña Vilaboa, Miguel Valdés, o José Miguel Pérez, que fue elegido allí, secretario general de la organización naciente.

Junto a ellos estaban “pinos nuevos”, confiables,  erguidos, como ese joven atlético y fecundo: Julio Antonio Mella, entre otros valiosos compañeros.   Baliño sabe que los resultados de ese pequeño Congreso fundacional servirán para cumplir el mandato martiano de impedir aquellos designios imperiales.

Así nace el Partido,  en una situación muy difícil para la Patria, a solo tres meses del ascenso al poder de Machado, apadrinado por el imperialismo norteamericano.

Tan difícil fue el comienzo que quince días después de su fundación, comienza la violenta represión del tirano, y el elegido dirigente máximo del mismo, José Miguel Pérez, que era isleño residente en Cuba y luchador obrero aquí, fue deportado a España. Allá moriría asesinado, fusilado por los fascistas, durante la Guerra Civil Española.

Los demás dirigentes elegidos en el Congreso que constituyó el primer Partido Comunista de Cuba en 1925 también fueron perseguidos. Julio Antonio Mella sería encarcelado meses después, y como respuesta a su injusta prisión el joven realizó una huelga de hambre que estuvo a punto de provocarle la muerte. Su médico de cabecera, Gustavo Aldereguía Lima, que también fue médico de Rubén Martínez Villena, trasladó a Mella clandestinamente a Cienfuegos, de donde partió para su exilio en México donde sería asesinado por esbirros de la tiranía imperante.

En aquel Congreso de 1925, se acordó afiliar al Partido a la Internacional Comunista fundada por Lenin en 1919, y al aplicar el marxismo-leninismo a las condiciones concretas de Cuba, entendieron correctamente la necesidad de conjugar dos propósitos fundamentales: la derrota definitiva del imperialismo y la eliminación de la explotación del hombre por el hombre, y a ello se entregaron.

En el Informe Central al Primer Congreso del Partido Comunista de Cuba, en 1975. Fidel expresó… “la violenta reacción gubernamental resultaba como lo previó el Congreso de constitución del Partido, pero hombres de gran convicción y coraje habían fundado ese Partido”, …“aunque aquel Partido experimentó grandes vicisitudes: la mayor parte del tiempo la pasó en la clandestinidad, todas las fuerzas retrógradas se ensañaban con los comunistas, pese a ello, ese Partido realizó extraordinaria labor de concientización de la clase obrera, e impulsó sus organizaciones sindicales, femeninas, campesinas y juveniles. Y no hay ley progresista y de beneficio social que no haya sido arrancada con lucha por ese Partido, del que heredamos su historia.”

De la savia de esa organización,  de sus miembros consagrados a la verdadera independencia de los cubanos, bebió el actual Partido Comunista de Cuba, el mejor fruto de la Revolución.

De ahí que el Proyecto de Constitución en cuya consulta popular estamos enfrascados, refiere y cito: “…reafirma el carácter socialista de nuestro sistema político, económico y social, así como el papel rector del Partido Comunista de Cuba”. La historia nos da las razones.

 

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