Camilo: cien fuegos que nos ilumina por siempre

Guantánamo.- Es difícil hallar la palabra exacta para definir la estatura moral de un hombre como él, lleno de virtudes y coraje. Solo basta su nombre, Camilo Cienfuegos Gorriarán, para resumir la identidad del cubano: jaranero hasta en los momentos difíciles, alegre, valiente, natural…; cualidades de quien naciera el 6 de febrero de 1932 , hace ochenta y nueve años.

Solidario, amigo y muy preocupado por sus compañeros, era Camilo un hombre de talla incuestionable. Surgido del pueblo, disfrutaba de una convicción y un poder seductor tan inmenso que logró atrapar en sus madejas al argentino Ernesto Che Guevara, para anidar por siempre una amistad, tan profunda, que con el tiempo se convertiría en una epopeya. Realmente, demostró lo que era: un hombre excepcional en todo momento.

Caracterizaba el rostro del Señor de la Vanguardia, una linda sonrisa y aquella larga cabellera que lo certifica como al más común de los milicianos. Por eso, en cualquier rinconcito de esta isla caribeña, en una cooperativa de producción agropecuaria, un centro de trabajo, en las universidades cubanas, en lo alto del Pico Turquino, encontramos a hombres desconocidos, humildes, jaraneros y tan revolucionarios que, como Camilo, defienden su Patria desde cualquier trinchera.

Hoy quiero recordarlo preocupado como siempre por los problemas de la gente e identificado con ellos, rasgos que confirmaban su personalidad; definida por su optimismo, alegría, valor y, sobre todo, por su amor absoluto al pueblo de donde salió.

También prefiero recordarlo a través de los dibujos de niños y niñas: con el sombrero alón, o imaginarlo en aquel juego de pelota famoso donde dijo: “Contra Fidel, ni en la pelota”. Ese es el Camilo que recordamos.

Camilo está presente en cada hombre y mujer de su pueblo. Cuando Cuba ha pasado tiempos difíciles, ahí ha estado él, multiplicado en la juventud, en el campesinado laborioso, en quienes hacen Patria desde las fábricas, en el estudiantado preparando el futuro, en cualquier ciudadano cubano que desde su trinchera apoya el proceso revolucionario.

Y cuando pensemos que el camino se hace largo y difícil, recordamos su ejemplo, como el hombre genial que entró en la historia de Cuba para quedarse y quien jamás, ni en momentos espinosos, perdió la fe; esa fe que hoy mantiene el pueblo, porque en él hay muchos Camilos.

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