Azul como mi cielo ¡como mi pañoleta!

Guantánamo.- Jonathan ya tiene su pañoleta azul. Me lo dijo a través del jardín de su casa con el habitual traspiés de palabras en su boca. La alegría del acto simbólico le hizo superar la timidez e informar a todos sus conocidos su nuevo estatus, el de pionero.

Parece una película. A veces me sorprendo a mí misma pensando ¡Cómo pasa el tiempo! Jonathan es prueba de ello. Recuerdo cuando su abuela le enseñaba los colores, a cantar el himno nacional, a identificar los animales, sus sonidos; a contar del uno al diez, incluso en inglés, a tono con la enseñanza primaria moderna. 

Jonathan no sabe que significa ser pionero, ni siquiera se imagina que quiere decir el monograma que lleva en el hombro y lo identifica como Moncadista. Sin embargo, sospecha algo. Se lo grita su herencia y su yo interno de niño travieso. ¡Quiere aprender! Y la mejor manera de hacerlo es mirando al mundo con ojos grandes y libreta abierta.

Tal vez en el futuro le interesen temas relacionados con la Cosmonáutica, el Paracaidismo, la Alquimia o la reproducción de especies en peligro de extinción, pero, en estos momentos, en noviembre de dos mil diecisiete, el niño de seis años, solo quiere aprender, y eso implica una curiosidad tan grande como el universo.

Todos los días llega puntual a la escuela. La maestra imparte la lección del día. A Jonathan se le confunden las letricas, una alta y la otra pequeña, escritas de manera dibujada en el pizarrón. Pero, la seño insiste, Vvvvvvv de Vaca, Bbbbbbbb de Beso, Mmmmmm de Mamá, Cccccccc de Corazón, Nnnnnnnn como Niño. Luego comienza a unir una letra con otra y aparecen los sonidos, las palabras, materializadas a través de consonantes y vocales. Jonathan descubre que sin conocerlos ya los hacía o decía, incluso de bebé.

Paradójicamente, regresan en esta primera etapa de estudiante, los por qué, sólo que, ahora, con preguntas más sofisticadas: ¿Por qué hay animales que ponen huevos y otros como mi perrito vienen de la panza de su madre? ¿Por dónde nace el sol y la luna? ¿Por qué las niñas deben recibir flores de los niños? ¿Qué es NA- TU- RA- LE – ZA? ¿Por qué hay que masticar con la boca cerrada? ¿Es verdad que los niños y las niñas venimos de los monos? ¿Quién es Dios? ¿Por qué aprendemos a hablar y después a escribir?

Poco a poco, con la ayuda de la maestra, la familia, la comunidad, el infante aprende a reconocer al hombre y sus creaciones, a diferenciar lo natural de lo sintético, a pensar y expresar sus criterios. Transitará año tras año por un nivel escolar que le abrirá las puertas a un sinfín de saberes, que esperan ser desempolvados en las aulas, bibliotecas, o en soportes más actuales y tecnológicos como tablets y laptops.

 Le llevará mucho tiempo a Jonathan aglutinar una porción del conocimiento adquirido por sus semejantes y decodificar qué significan. Le llevará más tiempo, desvelo y cavilaciones comprender que una persona nunca termina de estudiar y aprender. Entenderá, por tanto, que somos eternos aprendices, luchando contra el Dios Cronos por un bien invaluable: el conocimiento. 

Para un médico, no existe bien más preciado que conocer palmo a palmo el cuerpo humano e identificar y medicar los malestares. El arquitecto debe aprender a diseñar y dominar la resistencia de los materiales constructivos que darán vida a su obra. El escritor debe ser un eterno lector de libros antiguos y contemporáneos, debe como dicen por ahí, leer y leer más.

El soldado debe entrenarse y aprender a cómo sobrevivir en el terreno, no sólo con técnicas de combate y armamento. Los químicos estudian la tabla periódica de elementos químicos y reconocen cada elemento según su textura, color u olor. Además, los mezclan entre sí, y obtienen compuestos que favorecen el desarrollo de la sociedad.

Parece complejo, pero, el estudio constante es muestra de perseverancia. Una cualidad que Jonathan deberá desarrollar a lo largo de su vida como estudiante, para no cejar frente a molinos de viento. A su corta edad anhela aprender y lo hace con una facilidad asombrosa.  Desconoce que un 17 de noviembre unos jóvenes checos, lucharon por ese derecho, el de pensar y estudiar, el de transformar su país y luchar contra la injusticia.

Para él, ahora, es innecesario conocer esta historia. Su edad e inocencia no le permitirían comprenderlo. Sin embargo, ya tiene su pañoleta azul, Jonathan es un PIONERO y eso, es solo el comienzo.

 

 

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